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Tener un hijo es una experiencia única y transformadora en la vida. Sin embargo, este viaje puede volverse desafiante para las personas que padecen trastornos mentales graves.
Sobre las mujeres que padecen problemas de salud mental recae el estigma de si realmente podrán hacerse cargo de sus hijos. Pero la realidad es que todas las madres intentan hacerlo de la mejor manera posible, tengan o no tengan una condición de salud mental.
Algunos trastornos mentales ocurren durante un periodo de tiempo determinado, como la depresión posparto. Pero otros, en cambio, son más duraderos: la ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo, la depresión, el trastorno bipolar o la esquizofrenia.
Riesgos durante el embarazo
Los trastornos mentales graves pueden plantear riesgos adicionales durante el periodo de gestación, ya que es un momento de vulnerabilidad en la mujer tanto para el inicio como para la recaída de alguna de las enfermedades psiquiátricas que pueda padecer.
Las mujeres con trastorno bipolar o trastorno depresivo mayor pueden experimentar un mayor riesgo de recaídas durante esta etapa. Según algunos investigaciones, las mujeres con trastorno bipolar tienen un 60% de riesgo de recaída. Estas recaídas pueden afectar negativamente el bienestar de la madre y el desarrollo del feto.
El embarazo se convierte en una etapa crítica en el caso del trastorno de la esquizofrenia. Según un estudio publicado en “Journal of Psychosomatic Obstetrics & Gynecology”, se calcula que el 40% de las mujeres con esquizofrenia tuvo un ingreso psiquiátrico durante su embarazo, siendo más frecuente durante el primer trimestre. Esto puede deberse, en parte, a que con frecuencia abandonan el tratamiento antipsicótico antes del embarazo o al descubrirlo y que no lo retomen en el por temor a que la sedación haga que estén menos alerta a las necesidades de su bebé.
También, existe evidencia científica que sugiere que ciertos trastornos mentales tienen un componente hereditario, lo que significa que las madres con estos trastornos pueden transmitirlos a sus hijos y si ambos padres sufren el trastorno se incrementa el riesgo. No obstante, también hay una probabilidad alta de que no lo desarrolle.
Además, algunos medicamentos utilizados en el tratamiento de los trastornos mentales pueden tener efectos secundarios perjudiciales para el embarazo. Aunque en los últimos años se han realizado numerosos estudios que han demostrado la eficacia y seguridad de los medicamentos para el abordaje terapéutico de este tipo de trastornos.
Por otro lado, esta situación les aporta una visión positiva de la crianza de los hijos, ya que consideran la maternidad como una motivación para mantenerse bien y tener la capacidad para proporcionar un entorno estable y seguro al bebé.
El manejo no farmacológico de los trastornos mentales debe estar presente durante todo el embarazo: hábitos de vida saludable, ejercicio moderado, buena alimentación y sueño suficiente junto con el seguimiento por parte del psiquiatra y del obstetra propiciarán una mejor evolución de la gestación y poder minimizar estos riesgos.