La agitación es un problema de la gestión clínica común e importante en los dos principales trastornos psicóticos y del estado de ánimo, tanto en la esquizofrenia como en el trastorno bipolar durante su fase maníaca. Se calcula que el 90% de las personas que sufren de esquizofrenia y trastorno bipolar experimentarán agitación en algún momento de su vida, con un promedio de 12 episodios de agitación aguda cada año.
Existen múltiples definiciones de agitación, pero este término es generalmente usado para describir la actividad verbal o motora excesiva con una serie de síntomas que pueden variar en intensidad de leve a grave. Debido a la ausencia de una definición de consenso, la agitación se utiliza a menudo de forma intercambiable con otras palabras, como la ansiedad, hiperactividad, comportamiento perturbador, y el comportamiento no intencional.
La agitación se caracteriza por inquietud motora, irritabilidad, actividad psicomotora inadecuada o sin propósito, mayor capacidad de respuesta a los estímulos, y angustia emocional y física severa. Los pacientes agitados están en riesgo de causarse daño a sí mismos a otras personas, porque la intensidad de su agitación puede escalar rápidamente. Sin embargo, es importante reconocer que aunque la agresividad es a menudo precedida por la agitación, la agitación no implica necesariamente agresión.
La gestión eficaz de la agitación es un objetivo fundamental de la práctica clínica. Mientras técnicas de apaciguamiento de comportamiento han demostrado ser valiosas y eficaces en la reducción de la agitación, los casos más severos pueden requerir tratamiento farmacológico urgente de comportamiento perturbado cuando los enfoques psicológicos y de comportamiento han fracasado. Las terapias actuales utilizan antipsicóticos, que se administran con o sin benzodiazepinas. Estas terapias se pueden administrarse de forma oral, intramuscular, o a través de formulaciones inhaladas.
Recientemente se ha realizado un meta-análisis de 17 ensayos controlados aleatorios para comparar la eficacia de los tratamientos farmacológicos utilizados en la actualidad para la agitación en pacientes con psicosis, tanto en esquizofrenia y otros trastornos esquizoafectivos como en trastorno bipolar. Los tratamientos que compararon incluyeron haloperidol, olanzapina, aripiprazol, risperidona, y lorazepam. La información más útil para los clínicos según los autores, es si un tratamiento es superior a otro tratamiento. Los autores observaron que a los 60 minutos, la olanzapina «tenía la mayor posibilidad» de ser el tratamiento más eficaz. El examen también observó una reducción en el riesgo de reacciones adversas a favor de la olanzapina, en comparación con el lorazepam.
En la actualidad, se reconoce que los enfoques más humanos, centrados en el paciente produce mejores resultados en corto y largo plazo y por esta razón, los enfoques no farmacológicos son considerados como óptimos. Si se indica la intervención farmacológica, sin embargo, el agente debe ser preferiblemente no invasivo, tener un inicio rápido, y proporcionar control a corto plazo del comportamiento agresivo sin comprometer la relación médico-paciente en el largo plazo.