Quizás sea uno de los síndromes mentales más extraños que se conocen. El síndrome de Cotard es una enfermedad mental rara, muy poco común, en la que el paciente cree que está muerto, o al menos que sus órganos no funcionan, o simplemente no existen. Las personas que lo sufren tratan de explicar y justificar que realmente están muertos ante las evidencias de las personas cercanas de que realmente no es así. Aunque no se incluye en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), sí se reconoce en la Clasificación Internacional de Enfermedades. Este síndrome se relaciona con la psicosis, la depresión clínica y la esquizofrenia.
Es un autoengaño que se suele asociar con la negación de la propia existencia. La persona experimenta la ilusión de haber fallecido, estar moribundo o como decíamos, la creencia de que no dispone de ciertas partes del cuerpo. Tal es la condición que no consideran necesario realizar actividades básicas como beber o comer para mantenerse vivos. El neurólogo francés Jules Cotard identificó el primer caso en la década de 1800. Describió una mujer que sufría de una extraña condición por la que afirmaba que no tenía cerebro, ni estómago, ni intestinos… únicamente la piel y los huesos de un cuerpo en estado de descomposición. La paciente acabó falleciendo por inanición al no ingerir ningún alimento durante días. Quienes lo sufren llegan a presentar algunas alucinaciones olfativas como olores desagradables a carne en putrefacción.
Los delirios son producto de una amplia gama de condiciones neuropsicológicas incluida la demencia, la esquizofrenia, la enfermedad de Parkinson así como lesiones cerebrales. Después de haber estudiado a fondo este síndrome, los expertos han determinado que la enfermedad se produce por un mal funcionamiento del área cerebral encargada de reconocer la estructura facial –llamada giro fusiforme–, además de por la incorrecta actividad de las neuronas que gestionan las emociones –la amígdala–. La unión de estos dos fallos cerebrales provoca que el paciente se sienta desconectado de la realidad e incluso se sienta incapaz de reconocer su propio rostro.
Para los pacientes de Cotard, se cree que el primer factor podría ser un fracaso para reaccionar emocionalmente a cualquier cosa, no únicamente a las caras conocidas. Aspectos como ruidos fuertes, inquietantes imágenes o golpes bruscos que normalmente provocan una respuesta emocional, no tendría ningún efecto en estos pacientes. Ese es uno de los motivos por el que las personas asumen que están muertos o ya no existen. Aunque hay casos de síndrome de Cotard que sólo duran días o semanas, en algunos pacientes este síndrome se puede extender durante años o convertirse en crónico.
En pruebas de imagen cerebral realizadas sobre pacientes, como las realizadas por el doctor Adam Zeman, en la Universidad de Exeter, en el Reino Unido descubrieron que la actividad metabólica de la corteza cerebral se parecía más al de una persona en estado vegetativo o anestesiada que al de una persona despierta. Los resultados sugirieron que la profunda alteración del pensamiento y la experiencia, expresados en el síndrome de Cotard, refleja una profunda alteración en las regiones cerebrales responsables del ‘núcleo de la conciencia’.