El trastorno límite de la personalidad (TLP) es una enfermedad mental grave que se caracteriza por alteraciones en el comportamiento, en las emociones y en las relaciones con los demás. Los síntomas más comunes que presenta una persona con este trastorno son los problemas de autoestima, los cambios de humor, la falta de control de los impulsos, miedo al abandono e ira inapropiada.
La adolescencia es un periodo lleno de grandes cambios que, en muchos casos, supone una etapa de crisis. A veces, existen dificultades para discernir entre un comportamiento rebelde propio de la edad y los síntomas propios del TLP.
Este trastorno afecta aproximadamente entre el 2 y el 5% de la población adulta y suele aparecer entre los 14 y 16 años. Sin embargo, muchas personas con TLP reciben un diagnóstico erróneo de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastorno bipolar o depresión. Con lo cual, la prevalencia real con TLP podría ser más alta de lo que se calcula, sobre todo en menores de 18 años.
Los adolescentes con este trastorno son más propensos a estar involucrados en conductas de riesgo, por su tendencia a actuar impulsivamente en respuesta a estados emocionales, sin tener en cuenta las posibles consecuencias.
Las causas aún no se conocen exactamente, pero es probable que sean una combinación de factores biológico-genéticos y factores socioeducativos como la ausencia de vínculos saludables en la edad infantil, situaciones de abusos o malos tratos o sufrir ‘bullying’.
Según los criterios descritos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), para su diagnóstico se necesita la presencia de al menos 5 de los siguientes signos:
Aunque, hay que dejar claro que no todas las personas con TLP tienen los mismos síntomas, ya que la gravedad, la frecuencia y la duración de los mismo dependen de cada paciente.
Los síntomas de TLP tienden a disminuir en los adultos diagnosticados a medida que envejecen, especialmente después de los 40 años.
Para realizar un diagnóstico correcto de TLP, los profesionales deben valorar tanto los comportamientos y rasgos de personalidad disfuncionales del adolescente.
Según algunos estudios, la práctica habitual es la realización de psicoterapia junto a otras medidas adicionales, que incluirán con toda probabilidad, un tratamiento farmacológico que variará según el momento clínico de los pacientes, con el fin de controlar y mejorar el estado anímico, reducir la ansiedad y producir una estabilización emocional.
El TLP tiene una alta tasa de comorbilidad con otros trastornos clínicos, como los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), el trastorno del control del impulso (TCI), trastorno de ansiedad, depresión, etc.
Este tipo de trastorno requiere la atención temprana de expertos ya que, a menudo, puede derivar en episodios de autolesiones o intentos de suicido.