La depresión y el trastorno bipolar provocan que las personas que las sufren pasen por períodos de tristeza y desesperación extrema. Los profesionales de la salud, incluso aquellos especializados en enfermedades mentales, pueden tener dificultades para distinguir entre los dos trastornos. Pero una nueva investigación sugiere que estos síntomas que comparten pueden tener patrones muy diferentes de actividad cerebral.
En un nuevo estudio publicado en la revista JAMA Psychiatry, los investigadores escanearon los cerebros de las personas con depresión clínica y otras personas con trastorno bipolar y midieron las reacciones de estos individuos ante estímulos emocionales. Los investigadores encontraron diferencias entre los pacientes en la actividad de las áreas del cerebro implicadas en la regulación de las emociones.
«A menudo los psiquiatras tenemos un gran problema: no distinguimos la depresión unipolar de la depresión bipolar», asegura el autor del estudio el doctor Eric Ruhe, psiquiatra de la Universidad de Amsterdam en los Países Bajos. Esta incapacidad para decir qué trastorno tiene el paciente supone un grave problema porque los fármacos antidepresivos por lo general no son eficaces para el tratamiento de personas con trastorno bipolar. Estos medicamentos incluso en ocasiones aumentan ese riesgo de sufrir un episodio maníaco. Los nuevos hallazgos podrían conducir a una mejor forma de diagnosticar y tratar a los pacientes con estos trastornos.
Durante la investigación Ruhe y el resto de investigadores buscaron una mejor forma de distinguir entre las personas que sufren cada trastorno y estudiaron a 42 pacientes con depresión, 35 con trastorno bipolar y 36 individuos que no sufrían ningún tipo de desorden. Para ello escanearon sus cerebros utilizando imágenes de resonancia magnética funcional mientras que realizaban pruebas para observar la capacidad que tenían de regular sus emociones. Los participantes observaban fotos de personas que representan diferentes emociones y los investigadores les instruyeron para regular sus emociones recordándoles que sólo eran imágenes y que debían mirarlas de forma indiferente.
Los datos de comportamiento revelaron que cuando los participantes no se sentían deprimidos, a las personas con trastorno bipolar les costaba mucho más regular sus emociones, tanto las felices como las tristes en comparación con aquellos que tenían depresión. Pero cuando se sentían deprimidos, los pacientes con trastorno bipolar regulaban mejor las emociones felices. Ambos grupos presentaron los mismos resultados cuando se trataba de regular las emociones tristes mientras permanecían deprimidos.
Las diferencias en la actividad cerebral entre los dos tipos de pacientes fueron sorprendentes. Cuando no estaban deprimidos los pacientes con trastorno bipolares tenían un aumento de la actividad cerebral, en comparación con los pacientes deprimidos, en una región llamada corteza prefrontal dorsolateral, que está implicada en regular las emociones. Este resultado sugiere que los cerebros de los pacientes con trastorno bipolar tenían que trabajar más que los de los pacientes deprimidos para lograr el mismo nivel de control emocional.
Por el contrario, en estado de depresión, los pacientes bipolares mostraron comparativamente una disminución de la actividad cerebral en la corteza cingulada anterior rostral, que actúa como centro que conecta las partes cognitivas y emocionales del cerebro. Por lo tanto, aunque tanto el paciente con trastorno bipolar como los pacientes deprimidos no mostraron diferencias de comportamiento en el control de su tristeza durante los episodios de depresión, su actividad cerebral reveló grandes diferencias. El siguiente paso será estudiar si las diferencias en la actividad cerebral que los investigadores observaron en el estudio pueden ser utilizadas para diferenciar entre pacientes con estos dos trastornos mejorando tanto el diagnóstico como el posterior tratamiento.