Un 23,5% de los niños y adolescentes que padecen un trastorno de la conducta alimentaria presentan también síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Así se desprende de un estudio pionero realizado en las consultas de Psiquiatría Infantil del Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza, la unidad de referencia en Aragón para el abordaje de este tipo de casos. El psiquiatra Pedro M. Ruiz Lázaro, expuso este viernes en Madrid los resultados de este estudio elaborado a lo largo de 2015 con una muestra de 119 pacientes menores de edad que son atendidos en las consultas de Psiquiatría Infantil del Hospital Clínico de Zaragoza.
«La impulsividad asociada al TDAH favorece que haya muchas comorbilidades asociadas a este trastorno»-explica el doctor Ruiz. O lo que es lo mismo, incrementa la posibilidad de que ese niño o adolescente desarrolle otras patologías asociadas, como son los trastornos de la conducta alimentaria de tipo bulímico, atracones, o el riesgo de que en su etapa adulta tenga problemas por consumo y abuso de drogas. «Cuanta más comorbilidad aparece, el pronóstico es peor, pero si abordamos este tipo de casos de forma interdisciplinar, ofreciendo tratamiento para todos los problemas asociados, la probabilidad de éxito es mayor», defiende este psiquiatra que forma parte del Grupo de Especial Interés en el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (GEITDAH).
De la comorbilidad asociada a este trastorno y de los factores de riesgo que están detrás versó la ponencia de este especialista en Madrid, ciudad que acogió un congreso organizado por el grupo GEITDAH para abordar los últimos avances en el manejo clínico del TDAH. Desde sus inicios, en el año 2007, este grupo dirigido por el psiquiatra Francisco Montañés, profesor de Medicina en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, ha profundizado en el diagnóstico y el tratamiento del TDAH en un momento en el que esta afección está cobrando relevancia en la sociedad. «El TDAH no se enseñaba en las facultades de Medicina hasta hace relativamente poco, pero ha existido siempre. Cuando yo empecé a ver este trastorno, ningún especialista de adultos trataba con medicación a pacientes con TDAH, y sin embargo ahora se ven muchos casos de adultos a los que se les confirma el diagnóstico y se les trata», subraya Montañés.
Entre los grandes logros conseguidos en esta lucha por ponerle cara a la enfermedad, figuran la mejora de los diagnósticos, el avance en los tratamientos y el estudio de la comorbilidad asociada al trastorno por déficit de atención e hiperactividad. «Nos decidimos a buscar la evidencia científica y hacer consenso entre todos los especialistas para poder generar una guía clínica que en cada sitio, a nivel local, pueda ser adaptada. No dictamos lo que es perfecto, sino que damos unas pautas para que se tomen de base en cada Comunidad», precisa este psiquiatra. Son pequeñas «píldoras» de información dirigidas a los profesionales, que en países como Estados Unidos o en el Reino Unido ya se recogían en determinadas publicaciones como la guía del Consenso de Texas o la guía NICE. «Nosotros resumimos todos los avances que hay con evidencias científicas y publicamos ese trabajo en una revista de prestigio, como la de Neurología, consiguiendo con ello miles de descargas de un contenido que creemos útil para médicos, educadores, psicopedagogos y otros profesionales que están en contacto con este tipo de casos», precisa.
Profundizar en el estudio de las comorbilidades asociadas a este trastorno es uno de los grandes retos que la comunidad médica se plantea resolver en los próximos años. El estudio pionero realizado en el Hospital Clínico despeja algunos de esos interrogantes, pero los frentes abiertos son varios: desde la relación de este trastorno con el riesgo de desarrollar obesidad a su vínculo con la adicción a las nuevas tecnologías, algo que ya se ha demostrado. «Los TDAH son los pacientes que más se enganchan al uso de dispositivos electrónicos -móviles, tablets, ordenadores-. Antes no sabíamos cómo enfocarlo y ahora ha pasado a ser uno de los problemas principales de este trastorno que no acaba en la infancia», apostilla Montañés, quien asegura pautar tratamientos con tiempos de ‘abstinencia’ y recomienda asimismo la supervisión de los padres. .
Otra parte de la comorbilidad de este trastorno se asocia a problemas de electoescritura y es que, según datos de este especialista, es frecuente que en un 20% de los casos de TDAH se vean otros trastornos relacionados con estas habilidades educativas. «Hay que explorar esa comorbilidad asociada porque si no el paciente va a tener una muy mala evolución», señala. En cualquier caso, la respuesta a este tipo de casos se debe dar en los diferentes ámbitos y de una forma coordinada entre psiquiatras, pediatras, psicopedagogos y educadores. «Los profesionales han de ponerse de acuerdo sobre cómo tratar a esos pacientes. Todos tenemos que hablar con todos y la coordinación para que esto funcione bien debe ser promocionada por las instituciones, pero si no surge de abajo para arriba, con la iniciativa de los propios profesionales, esto no funcionará», concluye Montañés.