El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno neuropsiquiátrico que afecta el desarrollo y la función del cerebro, lo cual puede causar dificultades en la atención, la concentración y el control de los impulsos. Según algunas estimaciones, este trastorno puede afectar a más del 5% de los niños en edad escolar.
Algunas herramientas digitales tales como aplicaciones y programas diseñados específicamente para ayudar a los niños con TDAH pueden mejorar la atención, la organización y la autorregulación, lo cual puede ser especialmente útil para los niños con dificultades en estas áreas.
Pero, por otro lado, muchos estudios han correlacionado el aumento de la prevalencia del TDAH en los últimos años con la exposición a los medios audiovisuales durante la primera infancia. La estimulación auditiva y visual excesiva podría condicionar al cerebro en desarrollo, ya que puede acortar el periodo de atención. Es lo que se conoce como la «hipótesis de sobreestimulación».
El uso excesivo o inapropiado de pantallas puede tener efectos negativos en los niños en el futuro. Muchos han sido los estudios que han investigado el impacto que puedan ocasionar tanto en el desarrollo emocional como en el intelectual de los niños.
Un estudio, publicado por la revista especializada ‘Plos One’, sugiere que el uso excesivo de pantallas superior a dos horas diarias en niños menores de cinco años puede contribuir a un mayor riesgo de sufrir problemas de atención.
En comparación con los niños que usaron la pantalla menos de 30 minutos al día, el 13,7 % que la utilizó más de dos horas tenía cinco veces más probabilidades de reportar problemas de comportamiento «clínicamente significativos» y era 5,9 veces más probable que padeciera problemas de falta de atención.
Según algunos estudios, el ritmo de los contenidos diseñados para bebés, cuyo fin es mantenerlos atentos a las pantallas, es extremadamente frenético en comparación con la realidad e incluso con los programas diseñados para niños mayores y adultos. Esta estimulación auditiva y visual excesiva podría condicionar al cerebro para que necesite estímulos más agresivos en el futuro. Si eso no es así, el resultado será el aburrimiento y les resultará muy difícil concentrarse. De ahí la relación que pueden tener las nuevas tecnologías con los problemas de aprendizaje o el TDH.
Por otro lado, puede verse agravado por lo que conlleva el uso excesivo de pantallas, ya que puede limitar las oportunidades para que los niños desarrollen habilidades sociales, físicas y creativas. Si los niños pasan la mayor parte de su tiempo frente a las pantallas en lugar de participar en actividades físicas, jugando al aire libre o interactuando con otras personas de manera significativa, podría verse afectado el desarrollo saludable y equilibrado.
Además, otro efecto de la exposición prolongada a las pantallas es que puede interferir con el sueño, ya que la luz azul emitida por los dispositivos electrónicos puede suprimir la producción de melatonina, la hormona que regula el ciclo del sueño.
La pandemia como punto de inflexión
A raíz de la pandemia y los confinamientos en 2020, la digitalización ha pasado a tener un papel protagonista. Según un informe sobre hábitos digitales de los menores realizado por Qustodio, una plataforma de seguridad online y bienestar digital para familias, los menores pasan de media 4 horas diarias conectados a una pantalla fuera de las aulas.
Según este informe, titulado “Del cambio a la adaptación: viviendo y aprendiendo en un mundo digital”, el 76% de las familias entrevistadas ha comprobado que el uso habitual de los dispositivos afecta negativamente a su hijo de alguna manera; para el 47% la actividad física de sus hijos se ve afectada; el 36% aprecia un mayor aislamiento por parte de los menores; y el 20% experimenta problemas en la rutina del sueño.
Este mismo informe realiza una serie de recomendaciones para los padres:
Muchos padres recurren a las pantallas para que sus hijos hiperactivos se entretengan, pero también es importante que si queremos que los niños reduzcan el uso de las pantallas, los progenitores deben dar ejemplo y compartir tiempo de calidad con ellos.