Las niñas están superando una de las brechas de género menos conocidas: el subdiagnóstico del trastorno de hiperactividad y déficit de atención (TDAH) tal y como denuncia la el portal estadounidense Quartz. Entre 2003 y 2011 aumentaron los diagnósticos de TDAH en un 55% para las niñas, en comparación con el 40% de aumento de diagnóstico para los niños, según un estudio de 2015 del Journal of Clinical Psychiatry. Y sin embargo, las niñas siguen siendo mal diagnosticadas en demasiadas ocasiones, con consecuencias alarmantes, tal y como asegura la Dra. Ellen Littman, psicóloga clínico y co-autora del libro Understanding Girls With AD/HD. «Los resultados para las niñas son terriblemente negativos en comparación con los niños», afirma.
El TDAH se manifiesta de forma drásticamente diferente en las niñas. Sufren ansiedad y depresión y tienen un fuerte sentimiento de baja autoestima lo que aumenta el riesgo de autolesiones e incluso intentos de suicidio siendo de cuatro a cinco veces superior en las niñas con TDAH cuando llegan a la adolescencia que el de las niñas sin TDAH, según se desprende de otra investigación de 2012. «Como se observa no se trata únicamente de problemas para concentrarse y hacer los deberes», se lamenta Littman.
A diferencia de los niños, muchos de los cuales muestran hiperactividad, los síntomas niñas viran más hacia la falta de atención y la desorganización. Las niñas tienden a desarrollar TDAH más tarde que los niños. Con frecuencia lo enmascaran en un intento de cumplir con las expectativas de la sociedad. Y si bien algunos de los síntomas del TDAH pueden llegar a ser menos intensos para los niños después de su paso por la pubertad, para muchas niñas, tras la pubertad la situación empeora.
«Creo que tenemos una generación perdida de las mujeres que han sido diagnosticadas con TDAH cuando ya eran mayores, que han tenido que manejar la condición y tratar con la enfermedad por su cuenta durante la mayor parte de sus vidas sin ser diagnosticadas», afirma Michelle Frank, psicóloga clínico y experta en TDAH. «El diagnóstico es una bendición y una maldición: es un gran alivio saber que todos sus problemas se generan por esa enfermedad que desconocían tener, pero al mismo tiempo se preguntan cómo podría haber sido su vida si se les hubiese diagnosticado de niñas», asegura la experta en declaraciones al medio estadounidense Quartz.
En el libro Understanding Girls With AD/HD Littman y el resto de autores explican que el TDAH se diagnostica por primera vez mayoritariamente cuando hay síntomas de hiperactividad y las directrices para detectarlo así como la mayoría de las investigaciones fueron escritas alrededor de los comportamientos de los niños, sin haber reparado en cómo se comporta en las niñas. Además en ellas se materializa mucho más tarde la enfermedad a pesar de que hasta hace poco se consideraba que los síntomas se hacían visibles durante los 7 primeros años de edad quedando fuera muchas niñas. En la actualidad la Asociación Americana de Psiquiatría lo ha ampliado en sus criterios de diagnóstico hasta los 12 años permitiendo que más niñassean diagnosticadas correctamente.
Los síntomas del TDAH las niñas incluyen una tendencia a la ensoñación, problemas para seguir las instrucciones que alguien le pide así como cometer errores por descuidos en los deberes y exámenes. Esta enfermedad es un trastorno neurobiológico crónico que afecta al cerebro estructural y químicamente, así como a las diferentes partes del cerebro que se comunican entre sí. Es altamente heredable. El problema viene cuando por la presión social muchas niñas interiorizan sus síntomas de desorganización o descuido como defectos personales en lugar de tratarse de problemas médicos a tratar a través de la medicina y la terapia. Las niñas con TDAH son significativamente más propensas a experimentar depresión mayor, ansiedad y trastornos de la alimentación que las niñas sin la enfermedad . «Ellas tienden a tener pocas amistades», dice Littman. «Como resultado de su baja autoestima, a menudo eligen relaciones no saludables en las que pueden aceptar la crítica y el abuso punitivo», añade.
Los maestros y los padres a menudo no reconocen las señales de alerta. El no poder diagnosticar correctamente la condición provoca que posteriormente muchas niñas terminen mal diagnosticadas y tratadas por ataques de ansiedad o con medicamentos para la depresión, algunos de los cuales agravan los efectos del TDAH. Por suerte, se están haciendo progresos. No hace demasiado tiempo, la relación de los niños frente a las niñas con diagnóstico de trastorno de hiperactividad por déficit de atención era de 10 a 1. Hoy, esa proporción se ha reducido hasta ser de 4 a 1 o incluso en algunos países de 2 a 1.
Según el estudio del Journal of Clinical Psychiatry, el TDAH afecta al 7,3% de las niñas en comparación al 16,5% para los varones. Curiosamente, al mismo tiempo que crece la conciencia sobre el TDAH en las niñas, hay una evidencia de que los niños están siendo sobrediagnosticados con TDAH. «No hay duda de que al mismo tiempo es una enfermedad que está subdiagnosticada en niñas y sobrediagnosticada en niños», considera Littman. Aunque eso no quiere decir que millones de niños tengan TDAH y sufran las consecuencias de este trastorno. «Es importante recordar que, si bien hay que centrarse en el aumento de la conciencia y los servicios en las niñas y mujeres, los niños y hombres están también profundamente afectados por el TDAH. Tenemos un largo camino por recorrer para hacer frente al enorme estigma y al grave desconocimiento que rodea a este diagnóstico», dice Frank.