Un equipo de investigación del Departamento de Medicina y Ciencias de la Vida (MELIS) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) en el que participa el Instituto de Investigación Hospital del Mar ha identificado y validado por primera vez en ratones el mecanismo neurobiológico y la terapia para corregir el déficit de memoria en individuos con trastorno del espectro alcohólico fetal (FASD). Estos resultados abren el camino para estudiar si el mecanismo es el mismo en humanos, lo que permitiría mejorar el diagnóstico y tratamiento de los afectados.
El trastorno del espectro alcohólico fetal (TEAF) incluye una serie de afecciones que sufren los bebés que han estado expuestos al alcohol durante el embarazo. Los efectos del TEAF van desde malformaciones morfológicas craneofaciales o problemas de crecimiento, en los casos más graves, hasta hiperactividad, dificultades emocionales y motivacionales o defectos en el aprendizaje y la memoria, en los casos más leves.
Los resultados del estudio, publicado en la revista Molecular Psychiatry , han permitido a los investigadores observar que la exposición al alcohol no tiene por qué ser crónica para que se produzca el TEAF. Un consumo esporádico que termina en intoxicación -emborracharse- es suficiente para observar alteraciones en la memoria en ratones.
El estudio muestra que los ratones nacidos de madres que han consumido alcohol esporádicamente durante el embarazo y la lactancia tienen un déficit de memoria que persiste hasta la edad adulta. Una de las razones de este déficit es que el alcohol afecta la función del sistema endocannabinoide, reduciendo la expresión del PPAR-? receptor.
Tras confirmar el mecanismo neurobiológico por tres vías diferentes, el estudio propone también un tratamiento eficaz con el fármaco pioglitazona, habitualmente utilizado para controlar el azúcar y que estimula los receptores PPAR.
Los resultados de este estudio allanaron el camino para estudiar los efectos de otros deterioros cognitivos causados por la exposición al alcohol durante el embarazo. Aunque este estudio se ha realizado en ratones, el equipo de investigadores se muestra optimista al afirmar que este mecanismo se replica en humanos «porque somos dos especies de mamíferos que comparten muchas similitudes». Además, de confirmarse, «sería relativamente sencillo realizar un estudio para validar si la terapia que proponemos funciona en humanos, ya que hay fármacos que tienen efectos similares a los que hemos utilizado y que están aprobados para su uso en niños».