En 2007 un incidente llamó la atención sobre las prácticas médicas de la NASA y el papel de la salud mental en los vuelos espaciales. Una astronauta fue acusada de intento de asesinato tras su regreso del viaje espacial por un asunto amoroso. Sólo meses antes Lisa Nowak, que era como se llamaba esta mujer, había volado en la lanzadera Discover a la Estación Espacial Internacional, donde se controlan los instrumentos robóticos durante los paseos espaciales. Mientras esperaba juicio penal, fue diagnosticada con un trastorno psicótico y depresión. La psiquiatra Patricia Santy, que trabajaba como cirujano de vuelo en la NASA, criticó públicamente a la agencia, diciendo que «la NASA tiende a negar que los problemas de comportamiento son un gran problema para los astronautas». Posteriormente el Centro Espacial Johnson de la NASA llevó a cabo una revisión interna de sus evaluaciones médicas, recomendando evaluaciones adicionales sobre salud mental para los astronautas.
Diez años después de este incidente la NASA no se ha olvidado de la salud mental. El año pasado, científicos que trabajan para el Programa de Investigación Humana de la NASA dieron a conocer su más reciente informe sobre la evidencia y los riesgos para la salud mental de los vuelos espaciales. El documento ofrece una mirada en profundidad de las exigencias psicológicas impuestas a las personas en el espacio. Los miembros de la tripulación sufren perturbaciones fisiológicas importantes, incluyendo cambios en el sueño, exposición a la radiación, y cambios de gravedad. Ellos viven en ambientes confinados con interacciones sociales limitadas y a largas distancias de su casa. Además, es un trabajo es de alto riesgo y bajo un intenso escrutinio público.
La investigación médica en la NASA ha proporcionado pistas sobre la prevalencia de problemas de salud mental durante el vuelo espacial. En 89 misiones del transbordador entre 1981-1998, los astronautas estadounidenses tuvieron más de 1.800 episodios médicos pero menos del 2% de ellos estaban relacionadas con la salud mental y la mayoría eran vinculados a la ansiedad. En comparación, el síndrome de adaptación espacial -un conjunto de síntomas relacionados que incluyen mareo, dolores de cabeza y congestión-representaba más del 40% de todos los eventos médicos. No obstante, el informe de pruebas de la NASA sugiere que las últimas misiones espaciales han finalizado antes de lo previsto como consecuencia de problemas de comportamiento de los astronautas.
El vuelo espacial no es necesariamente malo para la salud mental. De hecho, investigaciones sugieren que un viaje espacial puede ser una experiencia salutogénica -curadora- que promueve la salud y el bienestar. Por ejemplo, ver la Tierra desde lejos puede fomentar la espiritualidad y la unidad entre los miembros de la tripulación. En 2006 una encuesta de 39 astronautas y cosmonautas encontraron el «viaje espacial como una experiencia significativa en sus vidas cuyos efectos mantuvieron durante largo tiempo después del vuelo». Aún así, la NASA se ha centrado en reducir los riesgos de problemas de salud mental durante los vuelos espaciales. Los candidatos a astronauta deben completar horas de seguimiento psiquiátrico durante el proceso de selección. La agencia emplea equipos de psiquiatras y psicólogos, para apoyar al personal durante las misiones espaciales. Cada dos semanas, los miembros de la tripulación de la Estación Espacial Internacional participan en conferencias psicológicas con el personal médico. Además de la detección de problemas de salud mental, la agencia tiene como objetivo promover el bienestar a través de apoyos psicosociales. La Oficina de Apoyo a la Familia sirve como recurso para las familias de los astronauta, celebrando eventos educativos y proporcionando información de interés.
Durante años, los astronautas también se han servido de productos farmacéuticos para hacer frente a las tensiones de los vuelos espaciales. En el 94% de los vuelos de astronautas se usa medicación y la mayoría de los medicamentos se utilizaron para los trastornos del sueño o mareos. Más recientemente, un estudio publicado en 2014 encontró que el 78% de los miembros de la tripulación tomó pastillas para dormir durante las misiones del transbordador. Pero todavía hay mucha incertidumbre en torno a la exploración de la salud mental en el espacio. Por ejemplo, los astronautas podrían querer ocultar problemas de salud mental con el fin de evitar consecuencias profesionales. Existe también poca investigación sobre el uso de medicamentos psiquiátricos en ambientes de microgravedad y a medida que las misiones se hacen más largos en duración y distancia, los efectos psicológicos de un viaje espacial siguen siendo poco conocidos.
La pregunta pendiente es qué sucede cuando todos estos apoyos psicológicos fallan. En otras palabras, ¿cómo manejar una crisis de salud mental en el espacio? El informe de la NASA indica que las agencias espaciales se han preparado para esta posibilidad. La Estación Espacial Internacional tiene antipsicóticos, antidepresivos y ansiolíticos en su botiquín. Y un «sistema de restricción física está disponible» si llegara a ser necesario. Hasta ahora, la NASA dice que no ha habido casos de emergencia de comportamiento durante los vuelos espaciales de Estados Unidos pero a medida que estas misiones se extiendan y sean cada vez más lejanas, es cuestión de tiempo que ocurra.