La estimulación cerebral profunda (ECP) ha surgido como una técnica prometedora en el campo de la neurociencia y la neurología. Esta terapia invasiva, que implica la implantación de electrodos en el núcleo pálido del cerebro, ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de diversas enfermedades neurológicas y psiquiátricas.
Estos electrodos están conectados a un dispositivo similar a un marcapasos llamado neuroestimulador, que se implanta debajo de la piel y no es visible para el resto de las personas. La única cicatriz visible está en la piel del abdomen, donde se implanta la batería. A través de impulsos eléctricos de baja frecuencia, el neuroestimulador envía señales eléctricas al cerebro, concretamente al área que controla el movimiento, para modular la actividad cerebral anormal de las neuronas en estas regiones.
Es importante recargar la batería periódicamente, ya que, si el estimulador se quedara sin energía, el sistema se apagaría y los síntomas que habían mejorado con la estimulación eléctrica, volverían a aparecer.
Esta técnica tiene diversas aplicaciones terapéuticas y se ha mostrado como una terapia eficaz para personas resistentes a los tratamientos aplicados para afecciones como la enfermedad de Párkinson, los trastornos de movimiento como la distonía, para tratar los tics del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), la epilepsia o para algunas enfermedades mentales como la depresión mayor e, incluso, la esquizofrenia.
¿Cuáles son los beneficios de la Estimulación Cerebral Profunda?
Días después de la cirugía, se activa el neuroestimulador y se comienzan a programar los parámetros de estimulación. Los efectos beneficiosos de la estimulación eléctrica tardan semanas en aparecer, pero normalmente, los beneficios completos se obtienen a partir de los 12 meses de la intervención.
La ECP ha revolucionado el tratamiento de la enfermedad de Parkinson, un trastorno neurodegenerativo que afecta el sistema motor. Estudios científicos han demostrado consistentemente que la estimulación cerebral profunda puede aliviar los síntomas motores, como temblores, rigidez y dificultad para caminar. Además, también puede mejorar los síntomas no motores, como la depresión y la calidad de vida en general.
Un estudio del Institut de Recerca del hospital de la Santa Creu i Sant Pau – IIB Sant Pau, publicado en ‘The Journal of Clinical Psychiatry’, ha demostrado que la estimulación cerebral profunda demostró beneficios significativos y duraderos para tratar pacientes con depresión mayor resistente. Según los resultados, un 75% de los pacientes respondieron al tratamiento y un 50% alcanzaron la remisión, es decir, una reducción de los síntomas de depresión por debajo del umbral considerado patológico.
El ensayo clínico llevado a cabo por un grupo de investigadores del Servicio de Psiquiatría de Sant Pau y el CIBERSAM, publicado en ‘eBioMedicine’, fue el primero en el mundo sobre la aplicación de la técnica quirúrgica de ECP en pacientes con esquizofrenia resistente al tratamiento. Los resultados más destacados son la mejoría clínica en 4 de los 8 pacientes intervenidos, observándose una desaparición prácticamente completa de los delirios y alucinaciones.
Los resultados de diversas investigaciones sobre la eficacia de la ECP en el tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo (TOC) han sido alentadores, con una reducción significativa de los síntomas en algunos pacientes con resistencia al tratamiento farmacológico. Investigadores del Hospital de Bellvitge y del Institut d’Investigacions Biomèdiques de Bellvitge (Idibell) observaron en un estudio, publicado en ‘Brain Stimulation’, que la ECP es una técnica segura y efectiva para tratar el TOC, con una reducción de los síntomas obsesivos en un 42,5% a largo plazo.
Otro estudio, liderado por investigadores del Clínic Barcelona – IDIBAPS y publicado en la “Revista Española de Psiquiatría y Salud Mental”, muestra que la técnica puede ser una alternativa eficaz y segura para tratar formas complejas y resistentes a los tratamientos de esquizofrenia y trastorno bipolar. La ECP aplicada en el núcleo accumbens y en la corteza cingulada anterior subgenual produjo una mejora clínica significativa y duradera en los pacientes del estudio. Además, no se produjeron efectos secundarios ni cambios relevantes en cuanto a funcionamiento cognitivo.
Es importante destacar que la estimulación cerebral profunda es un procedimiento invasivo y no está exento de riesgos. Cada caso debe evaluarse individualmente, y los beneficios y riesgos deben ser considerados cuidadosamente por el equipo médico y el paciente antes de tomar una decisión.