La meditación permite alcanzar un estado de relajación y plena tranquilidad mental. Durante este procedimiento se intenta centrar la atención en algún elemento concreto —como la respiración o algunas partes del cuerpo— para de esta forma alejar la mente de la corriente de pensamientos que la embarullan y angustian. Ser capaz de detener por un instante la cabeza, que no para de dar vueltas, y conseguir llevar al cuerpo a la calma. No solo se trata de conseguir un instante de paz y tranquilidad ya que a la larga su práctica puede conllevar a una forma de pensar más positiva.
Ver nuevas perspectivas ante situaciones estresantes, incrementar la autoconciencia, potenciar tu paciencia o reducir las emociones negativas, son algunos de los beneficios emocionales que se pueden conseguir meditando. La ciencia ha demostrado que practicar de manera habitual estos estados de equilibrio y calma tiene a su vez un impacto sobre la salud en general y la calidad de vida. En este contexto, estudios realizados por la neurocientífica Sara Lazar, de Mass General y Harvard Medical School, sugieren que la meditación incluso logra transforma el cerebro. Entre sus hallazgos más llamativos, descubrió que los cerebros de las personas de 50 años que meditan están próximos a los de una persona de 25 años.
La meditación guiada, el mindfulness o el yoga son algunas de las más populares. Pero no son las únicas, por lo que a la hora de poner en práctica ejercicios de meditación, es recomendable que se busquen aquellos que mejor se adaptan a cada persona. La meditación no es tan sencilla como podría parecer de primeras. Es normal que cuando no se tiene práctica cueste concentrarse y lograr que la mente no divague. Pero la meditación requiere tiempo. Compartimos varias de las características más comunes en todas las técnicas que ayudan a empezar a meditar:
- Buscar un entorno tranquilo. Lo mejor es empezar practicando la meditación en un entorno que resulte cómodo y tranquilo en el que no se vayan a tener interrupciones constantes. Esto será de gran ayudar a la hora de controlar los pensamientos y focalizar la mente. Un cuarto es una buena opción, pero también lo será cualquier espacio en el que la persona que medita pueda sentirse confortable y que tenga una puerta para no ser molestado, si hay más gente en la casa.
- Ponerse cómodo. Para favorecer un estado de relajación hay que comenzar por colocarse en una posición en la que se esté cómodo. Puede ser tumbado en la cama o sentado en un sofá o en una esterilla en el suelo. “Mucha gente piensa que tienes que sentarte de cierta manera, como con las piernas cruzadas en el suelo, lo cual no es en absoluto cierto. Puedes sentarte en una silla. Puedes sentarte en el sofá. Puedes recostarte. Como sea que estés cómodo”, afirma a la revista SELF Diana Winston directora de educación de mindfulness en el Centro de Investigación de Mindful de UCLA (EEUU). En cuanto a los ojos, se pueden cerrar para ayudar a la mente a estar más centrada en aspectos como la respiración.
- Centrar la atención. Mantener la mente focalizada es generalmente uno de los aspectos más importantes de la meditación. Como incide el portal de la clínica Mayo, «centrar la atención es lo que ayuda a liberar tu mente de las muchas distracciones que le causan estrés y preocupación». Para lograr que la mente no divague, se puede probar por concentrarse en un objeto específico, una imagen, un mantra o sobre la propia respiración, aconseja la clínica. Por otro lado, como advierte la profesora de meditación Laurasia Mattingly, no se trata de conseguir dejar la mente en blanco. «La meditación no es apagar los pensamientos, sino más bien aprender a afrontarlos con conciencia y curiosidad», afirma Mattingly.
- Respira de manera relajada. La respiración es otro aspecto clave de muchas técnicas de meditación y relajación. Es un elemento en el que centrar los pensamientos. Para ello, hay que respirar de manera profunda y constante, sirviendo del diafragma para expandir los pulmones. Ser consciente de cómo el aire entra y sale de tu cuerpo. Tal y como explica la clínica Mayo, el propósito es ir haciendo más lenta la respiración e ir relajando los músculos de hombros, cuello y la parte superior del pecho para respirar de manera más eficiente. Esta simple técnica puede calmar la ansiedad en solo 20 minutos. Mientras se inhala y exhala, hay que concentrarse en el entorno, en sentir y escuchar. Continuar respirando de esta manera, y cuando notar que su mente comienza a divagar, traerla de vuelta a la respiración.
- Prestar atención al cuerpo. Otra opción es centrar los pensamientos sobre el cuerpo. En una buena postura en la que se esté cómodo, hay que guiar los pensamientos hacia las distintas partes del cuerpo, siendo muy consciente de cada una de ellas. Recorrer las piernas, los brazos, el cuello… percibiendo lo que se siente: calor, frío, dolor, tensión, etc Aunque la mente esté centrada en el cuerpo, se puede igualmente acompañar este ejercicio de una respiración relajada como la descrita anteriormente.