La prevención y la intervención temprana, es decir, durante la infancia y la adolescencia, aporta una «perspectiva más optimista» frente a trastornos mentales graves como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o los trastornos depresivos graves recurrentes. El psiquiatra del Hospital Infantil de Zaragoza José María Civeira, quien ha participado en la jornada «Trastorno Mental Grave: prevención e intervención temprana», organizada por la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (ASAPME), ha señalado que se ha observado que uno de cada tres pacientes psiquiátricos adultos tenía ya psicopatología y la enfermedad de niño de una forma más leve. «Por tanto, estamos ante una perspectiva más optimista. Tenemos tratamientos muy eficaces en los que se puede hacer una transformación de lo que hoy son los tratamientos de las enfermedades mentales y donde los niños tienen mucha mayor plasticidad y mucha mejor respuesta que los adultos«, ha completado.
Los trastornos mentales graves se caracterizan por la alteración funcional y en los niños se manifiestan con síntomas como trastornos del neurodesarrollo, que a veces tienen que ver con el aprendizaje, con la comunicación o con la integración social. «En este momento podemos recuperar todos los elementos de protección tanto familiar como de maduración del cerebro», ha manifestado el psiquiatra, que apuesta por la integración de la mano de la escuela, los amigos o el deporte, junto con el tratamiento funcional. Para ello, aunque todavía queda «un largo recorrido», debe hacerse hincapié en los equipos multiprofesionales integrados por médicos, personal de enfermería, terapeutas ocupacionales, asistentes sociales, pedagogos o psicólogos.
Para el psiquiatra Pérez Poza, la prevención es clave en las enfermedades mentales, frente a una «negación» y una «idea de que no se puede hacer nada» ante este tipo de patologías. «Cuando se habla de salud mental, normalmente se habla de una forma mitificada, equivocada o de trastornos menores, no de trastorno mental grave», continúa el psiquiatra. Sin embargo, las cifras dicen que no se trata de una «enfermedad rara». Por ejemplo, la esquizofrenia, uno de los trastornos mentales catalogados como grave, afecta en España a 400.000 jóvenes entre los 16 y los 23 años. «Si algo puede hacer una sociedad es dedicar a los cuatro primeros años todo el esfuerzo que se haga sobre salud mental, prevención, abordaje de traumas o de estrés; todo eso es una gran inversión. Quizás la mayor inversión que puede hacer una sociedad», insiste.
Sin embargo, solo un 40 % de las personas con problemas de salud mental recibe tratamiento, cifra que se reduce al 20 % en el caso de los niños. Y es que, como lamenta Pérez Poza, en niños y adolescentes el trastorno mental «se niega directamente» y «es un mito», por lo que existe «una negación completa de los padres, de la población y de la medicina» bajo la creencia de que los menores no pueden padecerlas. Por ello, aboga por visibilizar su existencia y su importancia, así como por hacer ver «que se puede hacer mucho por la enfermedad mental», empezando por la prevención.
Coincide en ello el psicólogo especialista en infanto-juvenil Manuel Martínez, quien remarca que existen estudios en los últimos años que permiten aislar una serie de conductas y de síntomas en la infancia y en la adolescencia que podrían anticipar que se desarrollen problemas de trastorno mental grave en la etapa adulta. «Tener la suerte de tener estos estudios y poder aislarlos nos permite investigar más y, sobre todo, poder prevenir estos problemas y preparar a las familias y a los chicos y chicas en el caso de que se dieran», concluye.