Investigadores del Instituto Karolinska colaboran en un gran proyecto a gran escala que está tomando un enfoque integral para desentrañar los mecanismos de la esquizofrenia. En los primeros resultados presentados en la prestigiosa revista científica Molecular Psychiatry, los investigadores muestran que los pacientes con esquizofrenia tienen menores niveles de GABA, un importante neurotransmisor, así como cambios en las células inmunitarias de sus cerebros.
La esquizofrenia es una de las enfermedades psiquiátricas más discapacitantes y afecta aproximadamente al uno por ciento de la población. Se inicios comúnmente se producen en la adolescencia tardía y es a menudo una condición de por vida con síntomas tales como delirios, alucinaciones y ansiedad. Los mecanismos de la enfermedad son en gran parte desconocidos, lo que ha obstaculizado el desarrollo de nuevos medicamentos. Los fármacos actualmente disponibles están diseñados para aliviar los síntomas, pero lo consiguen solo parcialmente, ya que sólo el 20% de los pacientes logran librarse completamente de estos síntomas.
El Proyecto Esquizofrenia Karolinska (KASP) reúne a investigadores de diferentes disciplinas científicas para construir una imagen completa de los mecanismos de la enfermedad y descubrir así nuevas dianas para la terapia con medicamentos. Los pacientes con un primer episodio de psicosis aguda son reclutados y sometidos a extensas pruebas e investigaciones. La función cognitiva, la variación genética, las anomalías bioquímicas, así como la estructura y función del cerebro se analizan utilizando las últimas técnicas y luego se comparan con personas sin la enfermedad.
Los primeros resultados del proyecto se presentan ahora en dos estudios. Uno muestra que los pacientes con esquizofrenia tienen niveles más bajos del neurotransmisor GABA en su líquido cefalorraquídeo en comparación con las personas sanas y que cuanto menor es la concentración de GABA, más graves son sus síntomas. El GABA participa en la mayoría de las funciones del cerebro y junto con el glutamato, representa casi el 90% de las transmisiones de la señales del cerebro. Si bien el glutamato estimula la actividad cerebral, el GABA lo inhibe, y los dos neurotransmisores interactúan entre sí. «Con los años, los estudios en animales han sugerido una relación entre la disminución de los niveles de GABA y la esquizofrenia», dice el profesor Göran Engberg en el Departamento de Fisiología y Farmacología del Instituto Karolinska. «Nuestros resultados son importantes porque clínicamente corroboran esta hipótesis».
El otro estudio utilizó la técnicas de imagen de tomografía de emisión de positrones (PET) para mostrar que los pacientes con esquizofrenia no tratados tienen niveles más bajos de TSPO (translocación proteica), que se expresa en células inmunes, tales como microglia y astrocitos. «Nuestra interpretación de los resultados es que una función alterada de las células inmunes en el cerebro se produce en las primeras etapas de la esquizofrenia», dice el Profesor adjunto Simon Cervenka del Departamento de Neurociencia Clínica del Instituto Karolinska.
Los resultados de los dos estudios proporcionan nuevas pistas sobre los mecanismos patológicos de la esquizofrenia, pero no está claro si los cambios son la causa o el resultado de la enfermedad. Los estudios de seguimiento están en marcha para examinar las causas de las anomalías y cómo estos procesos biológicos pueden ser influenciados para cambiar la progresión de la enfermedad. El proyecto KASP es una colaboración entre diferentes grupos de investigación clínica y preclínica del Instituto Karolinska y cuatro clínicas psiquiátricas a cargo del Consejo del Condado de Estocolmo.