Cambios en determinados genes definen claramente cuatro condiciones médicas previamente desconocidas en el diagnóstico del paraguas de la esquizofrenia, según un estudioPT dirigido por investigadores de la Universidad de Nueva York Langone Medical Center publicado en EBioMedicine. Los casos asociados con los cambios en cada uno de estos cuatro genes son diferentes entre sí en cuanto a los síntomas, el nivel de inteligencia y otras características de la enfermedad. A diferencia de otros estudios genéticos basados en big data en los que vagamente se relacionaron cientos de cambios genéticos con la esquizofrenia, pero que no pueden explicar los síntomas que varían, el nuevo estudio reveló cómo versiones distintas de la enfermedad pueden permitir el diseño de tratamientos mucho más precisos, según los autores.
«Es un error común tratar la esquizofrenia como una única enfermedad,» dice el psiquiatra y autor principal del estudio Dolores Malaspina. «Nuestro estudio impulsado biológicamente comienza a responder algunas de estas preguntas acerca de por qué dos personas diagnosticadas con esquizofrenia pueden tener diferentes síntomas. Por primera vez, hemos definido cuatro síndromes asociados a estos genes. Hasta el 30% de los pacientes con esquizofrenia puede convertirse ahora en candidatos para un tratamiento más preciso basado en las características individuales de estos cuatro genes», dice Malaspina. «Nuestro enfoque proporciona un nuevo marco para la búsqueda de otros genes influyentes de complejas enfermedades genéticas, como son la esquizofrenia o el autismo.»
Los cuatro genes descubiertos en el estudio están todos implicados en el crecimiento y en la regulación de los circuitos nerviosos. El PTPRG codifica una proteína que permite a las células nerviosas conectarse para formar redes nerviosas. Los pacientes con cambios en este gen experimentan un inicio más temprano de la psicosis relativamente severa, y tenían un historial de problemas de aprendizaje. A pesar de la gran inteligencia de algunos, mostraron déficits cognitivos en la memoria de trabajo, y la memoria donde el cerebro almacena y procesa los recuerdos temporales. Un segundo gen, el SLC39SA13, codifica un transportador de zinc que ayuda a las células nerviosas a decidir si se han de amplificar o no los impulsos nerviosos. En estos casos se mostraron déficits cognitivos generalizados, bajo nivel de educación y déficits graves tanto en aspectos emocionales como motivacionales.
Un tercer gen influyente fue el ARMS / KIDINS220, que codifica una proteína que regula el crecimiento de las células nerviosas. Los pacientes con mutaciones en este gen eran capaces de llegar a estudiar en la universidad pero luego experimentaron una disminución cognitiva consistente como si de una enfermedad degenerativa se tratase. Por último el gen TGM5 codifica una proteína que estabiliza grupos de proteínas relacionadas con enfermedades degenerativas como la enfermedad de Huntington. Los pacientes con cambios en el TGM5 casos tenían síntomas menos graves, y a menudo eran diagnosticados con TDAH en la infancia.
«Nuestros resultados sostienen que los nuevos tratamientos deben centrarse en la velocidad de procesamiento en los casos con TGM5, en la memoria de trabajo en el caso de PTPRG, en el aumento de zinc en el SLC39A13, y en la protección de las células nerviosas en pacientes con mutaciones en el gen ARMS/ KIDINS220″, dice el autor del estudio, Thorsten Kranz.»Los tratamientos que no funcionan para todos los pacientes pueden ser sin embargo muy eficaces en algunos. Nuestros resultados combinados hasta la fecha sostienen que la detección de estas mutaciones en casos esporádicos, representan una poderosa herramienta para la definición de las versiones exactas de la esquizofrenia», concluye.