La adolescencia es un momento crítico para la aparición de problemas de salud mental. Los avances en la toma de imágenes cerebrales están ayudando a imaginar cómo los cambios neuronales en estos años cruciales pueden provocar enfermedades mentales crónicas debilitantes. Para la mayoría de las personas entre los 14 y los 24 años de edad – la «edad de riesgo» como la define el profesor Ed Bullmore, de la Universidad de Cambridge, los episodios de depresión, baja autoestima, autolesiones y la paranoia aumentan, intensificándose la aparición de enfermedades mentales, que cada vez son más frecuentes. En alrededor del 1% de las personas estos cambios en el estado mental serán tan profundos que no podrán distinguir sus delirios y alucinaciones de la realidad, uno de los síntomas de la esquizofrenia.
«La esquizofrenia es un diagnóstico muy temido,» dice Bullmore. «La gente tiende a pensar que significa una dependencia de por vida a la medicación y la terapia. Puede significar esto, pero también puede durar sólo unos pocos años. Lo que más les preocupa a los pacientes y a sus familias es saber que les depara el futuro y si podrán reanudar su vida y conseguir un trabajo«. Bullmore es co-presidente de Cambridge Neuroscience, una iniciativa para mejorar la investigación multidisciplinaria a través de la Universidad, y conduce el Departamento de Psiquiatría, donde él y sus colegas han estado desarrollando técnicas de imagen que están revelando dónde y sobre qué anomalías en el cerebro se desarrollan los problemas de salud mental en las personas.
Ser capaz de mostrar una anormalidad neuronal ha sido un avance importante y relativamente reciente para la comprensión de una condición en el pasado ha estado lleno de prejuicios. «La demostración de estos cambios neuronales nos aleja de lo que podría considerarse como un enfoque de culpa en el que los pacientes se sientan responsables de su enfermedad ya que realmente son producto de una base biológica fuera de su control». Las técnicas de imagen como la resonancia magnética nuclear están ayudando a mapear el cerebro al detalle. Bullmore y sus colegas han desarrollado métodos matemáticos para calcular la probabilidad de que se produzcan las conexiones que provocan la enfermedad. «Si el cerebro está pensado como un ordenador, con procesadores en la materia gris exterior y cables que los conectan en la sustancia blanca, algunas regiones están mucho más conectadas que otras y debemos estudiarlo», afirma el experto.
La investigación de su equipo ha demostrado que las personas que han sufrido durante décadas de esquizofrenia tienen anomalías en las conexiones a gran escala en comparación con las de un cerebro sano, que en cierta medida explican la diversidad y la gravedad de los síntomas experimentados en la esquizofrenia. «Aproximadamente un tercio de los pacientes se recuperan, un tercio tiene síntomas intermitentes y una tercera parte se ve afectado durante décadas por la enfermedad. Creemos que un día seremos capaces de correlacionar el patrón de actividad de la red detectable con el resultado futuro que sufrirá el paciente«, afirma Bullmore. Poco se sabe aún acerca de cómo crecen las redes cerebrales durante la transición de adolescentes a adultos pero estas nuevas técnicas de neuroimagen que permiten ver el desarrollo del cerebro humano permitirán en el futuro entender y predecir las vías de desarrollo de la red cerebral que conducen a la esquizofrenia.
«Un estudio del cerebro es mucho más que una imagen fija, es una colección muy grande de números. Con los mejores escáneres y algo de computación de alto rendimiento, se puede empezar a pensar no sólo en mecanismos de la enfermedad, sino también sobre la identificación de factores de riesgo tempranos y acciones preventivas», afirma el profesor. La llegada de nuevos escáneres a este centro permitirá analizar más datos y ayudará a los investigadores a ver cómo el cerebro humano funciona como un todo y al mismo tiempo fijarse en cada detalle con la precisión de un grano de arena. En este centro se promoverá el estudio de la demencia, obesidad, adicciones, trastornos de salud mental y el derrame cerebral.