Las psicosis esquizofrénicas ocurren con frecuencia en los trastornos psiquiátricos causados por una combinación de factores biológicos, sociales y medioambientales. Estos trastornos están asociados con cambios en la estructura del cerebro: por ejemplo, el hipocampo en el lóbulo temporal es generalmente más pequeño en los individuos afectados por esta patología que en los individuos sanos. Todavía no se sabe si estos cambios en la estructura del cerebro son el resultado de los trastornos y los medicamentos, o si ya están presentes antes de la aparición de los síntomas.
Junto con un grupo de investigación de la Universidad de Basilea, Fabienne Harrisberger y Stefan Borgwardt han examinado las estructuras cerebrales de individuos que presentan un riesgo elevado de psicosis, y los de las personas que experimentan la aparición de los síntomas psicóticos. Inicialmente, los científicos no observaron ninguna diferencia apreciable entre los hipocampos de los individuos en alto riesgo y los de los pacientes. A continuación investigaron si alguno de los genes de riesgo de padecer esquizofrenia conocidos se asociaban con el hipocampo. Y parece ser que es así. Cuanto mayor es el número de genes de riesgo que aparecen, menor es el volumen de su hipocampo – independientemente de si eran un participante en el estudio de alto riesgo o un paciente. Esto significa que el grupo de genes de riesgo está conectado con una reducción en el tamaño de una región crítica del cerebro antes de que el trastorno se manifieste.
Este resultado es importante para la comprensión de los factores neurobiológicos que contribuyen a la esquizofrenia. Es bien sabido que ninguno de los factores de riesgo más amplios (por ejemplo, genes, ambientales o una situación social desfavorable) se puede utilizar para predecir la aparición de la psicosis en un individuo específico. Sin embargo, este descubrimiento puede ser usado para el tratamiento de la esquizofrenia. «Es muy posible que los individuos con un hipocampo más pequeños reaccionen de manera diferente a la terapia en comparación con los que tienen un hipocampo normalmente desarrollado», explica el profesor Stefan Borgwardt. Próximamente se realizarán otros estudios para determinar el potencial terapéutico de esta investigación.