El segundo lunes del mes de febrero se conmemora el Día Internacional de la epilepsia, un trastorno neuronal que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya afecta a más de 50 millones de personas en todo el mundo. Esta patología se caracteriza por convulsiones recurrentes, que son episodios breves de movimiento involuntario que pueden involucrar una parte del cuerpo (parcial) o todo el cuerpo (generalizado). En ocasiones, también se acompañan de pérdida de conciencia.
Estas crisis epilépticas son fruto de descargas eléctricas anormales en un grupo de neuronas en la corteza cerebral. Pueden consistir en episodios muy breves de ausencia o de contracciones musculares o convulsiones prolongadas y graves.
Esta patología puede afectar a individuos de todas las edades, aunque la incidencia es mayor en los primeros años de la vida y en la tercera edad. Se estima que en España afecta a más de 400.000 personas. Además, según el informe sobre la epilepsia en España de la Fundación Española de Enfermedades Neurológicas (FEEN), se calcula que aproximadamente el 5-10% de la población experimentará una crisis a lo largo de su vida y hasta un 20% de éstos tendrán crisis recurrentes.
Según indica el Manual de Práctica Clínica de la Epilepsia, realizado por la Sociedad Española de Neurología (SEN), la calidad de vida de los pacientes con epilepsia está relacionada con la gravedad y frecuencia de crisis, así como con los efectos secundarios del tratamiento. De hecho, la expectativa de vida de las personas que padecen esta patología está reducida entre 2 y 10 años con una tasa de mortalidad 2-3 veces mayor que la de la población general.
La epilepsia puede tener varias causas:
Pero pese a los avances en las pruebas diagnósticas, en algunos casos, no se puede definir la causa en muchos de los pacientes que la sufren.
Las crisis pueden aparecer de forma aleatoria, pero muchas personas creen que existen algunos factores pueden desencadenarlas, como falta de sueño, estrés, medicación, drogas o alcohol. Estos factores no causan la epilepsia por sí mismos, pero son desencadenantes habituales de las crisis epilépticas.
En ocasiones, puede ser difícil determinar si alguien está teniendo una convulsión. Los signos también pueden variar en función de la persona, por lo que es útil hacerse una idea de los signos de aviso que se producen con cada crisis para poder anticiparse. El Hospital Clínic de Barcelona indica una serie de manifestaciones objetivas ante las que podemos estar alerta:
Tanto el diagnóstico como el seguimiento de esta enfermedad debe ser tratado por un especialista en neurología para que pueda indicar el tratamiento más adecuado para cada persona. Éste debe ser controlado periódicamente e ir asociado a unas pautas de estilo de vida adecuadas, como mantener una higiene de sueño correcta, evitar el estrés elevado, tomar de manera correcta la medicación y evitar sustancias tóxicas.