El Complejo Asistencial Universitario de León ha realizado un estudio sobre el efecto del coronavirus en el cerebro. El proyecto, según resume su coordinador, el psiquiatra Antonio Serrano García, busca valorar si existe una correlación entre la sintomatología depresiva y los niveles de interleucinas en pacientes ingresados por la COVID-19. Además, se trata de caracterizar la sintomatología depresiva que presentan los pacientes ingresados en plantas de hospitalización. «Las interleucinas son unas sustancias, relacionadas con el sistema inmunitario, que produce el cerebro en distintos procesos de enfermedad o estrés, y cuya elevación se ha descrito como asociada a la aparición de sintomatología depresiva en varios cuadros como el cáncer de pulmón y las enfermedades autoinmunes. Hemos considerado que la hospitalización por coronavirus es un modelo de estrés intenso, los pacientes se encontraban en esa situación por una enfermedad poco conocida, letal, aislados y sin visitas«, expone para, a continuación, añadir que el tiempo medio que habían permanecido así cuando fueron entrevistados era superior a ocho días.
El servicio de inmunología indicaba a diario en qué pacientes se había solicitado una determinación de interleucinas, este era el criterio inicial para poder incluir a los enfermos en el estudio, una vez se decidía su inclusión y daba su consentimiento para participar, un psiquiatra del equipo le entrevistaba y cumplimentaba una prueba de depresión. Con toda la información, tanto analítica como procedente de la entrevista, se elaboró una base de datos y se realizó un análisis estadístico. Más tarde trataron de razonar el porqué de los resultados obtenidos. Tras el estudio, se encontraron una correlación entre los niveles de interleucinas y la puntuación en la escala depresiva. «Hemos pensado varias razones para que esto suceda, una que nuestra muestra sea demasiado pequeña y no lo hayamos detectado; otra que el coronavirus o su tratamiento tenga un efecto euforizante, y que no tengan nada que ver, si bien esto último iría en contra de lo descrito en otros procesos. Personalmente me llamó la atención en las entrevistas que, en esa situación de estrés, los pacientes se encontraban muy contentos, recuerdo que un paciente me dijo ‘tengo ganas de bailar’».
De igual manera, de forma exploratoria, apunta que han tratado de caracterizar los síntomas depresivos y parece que podrían ser similares a los descritos en pacientes con alteraciones vasculares. Esto, a su parecer, resulta congruente con otras manifestaciones clínicas del coronavirus, como son que los pacientes a menudo han presentado trombosis o ictus relacionados con la infección. El planteamiento del estudio sigue una perspectiva no dualista, es decir, no se separa cuerpo y mente, sino que se considera todo como un conjunto. «Para cualquier sentimiento o pensamiento el cuerpo moviliza una serie de estructuras y sustancias que pueden alterarse por diferentes causas. Este estudio busca valorar esas sustancias y cómo repercuten en el ánimo. Es todavía un estudio pequeño, exploratorio en muchos sentidos, pero nos da pistas que podemos intentar seguir para conocer mejor tanto al coronavirus como a nuestro organismo», avanza el psiquiatra del Complejo Asistencial Universitario de León.
«Nos encontrábamos ante algo desconocido. Sabíamos que las interleucinas se alteran en situaciones de estrés, eso ha sido descrito en múltiples estados y enfermedades. Tuvimos bastante información esos días sobre la aparición de una ‘tormenta de citocinas’ como manifestación del coronavirus y una de sus causas de mortalidad. Entonces pensamos que si había una alteración de los mediadores de estrés podría haber una alteración del ánimo y nos pusimos a estudiarlo», relata Antonio Serrano García.
El artículo, que será publicado próximamente en la revista Medicina Clínica, aborda un asunto «pionero» porque todo lo relacionado con la COVID-19 lo es, sostiene el psiquiatra del Complejo Asistencial Universitario de León. «El abordaje no dualista de una enfermedad no debería ser una novedad, debería ser una norma», considera. Por ello, quieren seguir recorriendo este sendero que ya han iniciado ampliando los estudios y lograr un cierto desarrollo de la investigación en el servicio de Psiquiatría de León. «Hay un grupo humano estupendo en este servicio y quizá podamos lograr una cierta infraestructura estable», declara Antonio Serrano García.