La resonancia magnética funcional del cerebro puede señalar con precisión cuál es el tratamiento óptimo, si el tratamiento médico o la psicoterapia, para la lograr la remisión en la depresión mayor, independientemente de las preferencias de los pacientes con respecto al tratamiento, de acuerdo a resultados de una nueva investigación. Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad Emory en Atlanta, Estados Unidos, utilizaron imágenes obtenidas mediante resonancia magnética funcional (RMf) y encontraron que el grado de conectividad funcional entre la corteza cingulada subcallosa (CCS) y otras tres regiones cerebrales clave identificaban el mejor tratamiento para cada paciente. Asimismo, descubrieron que los pacientes que recibían su tratamiento preferido no tenían más probabilidades de lograr la remisión, aunque sí más probabilidades de completar el estudio.
«No todas las depresiones son iguales, así como los diversos tipos de cáncer, distintos tipos de depresión requerirán de tratamientos específicos. Utilizando esta modalidad de imágenes, podemos hacer concordar a un paciente con el tratamiento que más probablemente lo ayudará, a la vez que se evitarán otros que quizá no brindarán ningún beneficio«, expresó en un comunicado la investigadora principal, la Dra. Helen Mayberg. Los resultados del estudio fueron publicados en el American Journal of Psychiatry. Los autores señalan que, ante la falta de predictores de tratamiento útiles de la depresión mayor, las guías de tratamiento actuales recomiendan que se considere la preferencia del paciente por la psicoterapia o la medicación al decidir el tratamiento inicial.
El objetivo del estudio PReDICT (Predictores de Remisión en la Depresión para Tratamientos Individuales y Combinados) «fue utilizar biomarcadores para pronosticar con más precisión quién responderá a determinada intervención«, señaló la Dra. Mayberg. «Esto contribuye al modelo de medicina de precisión, que se aplica lo mismo a la psiquiatría que a otros campos de la medicina, y es tan importante en los ámbitos político y científico actuales», manifestó la investigadora del estudio. Para analizar si la preferencia del paciente en realidad pronostica el resultado clínico, los investigadores estudiaron a 344 adultos que tenían depresión mayor sin tratamiento previo. Después de la detección sistemática y durante la semana previa a la aleatorización, se obtuvieron imágenes de resonancia magnética funcional en estado de reposo. Al término del estudio se analizaron las pruebas de resonancia para determinar si predecían el resultado del tratamiento. Al inicio del estudio se preguntó a los participantes si preferían psicoterapia cognitiva conductual (PTCC) o medicación. Luego fueron asignados de manera aleatoria para recibir medicación o 16 sesiones individuales de psicoterapia cognitiva conductual.
Los investigadores informaron una media estimada de mejora total de 10,9 puntos en la Escala de Hamilton para la Evaluación de la Depresión en la muestra del análisis por intención de tratar. Esto no produjo diferencias significativas entre los tres grupos. La reducción media en la puntuación en la Escala de Hamilton para la Evaluación de la Depresión en los pacientes que concluyeron el tratamiento, así como el cambio con el tiempo, tampoco mostraron diferencias entre los grupos de tratamiento, y no hubo ninguna diferencia estadísticamente significativa en las tasas de remisión entre los grupos de tratamiento, sea en la última observación realizada o en las muestras antes del protocolo. Del 66% de pacientes que expresaron una preferencia: 35,5% decidió psicoterapia cognitiva conductual y 30,5% medicación. La tasa de completitud fue más alta de manera estadísticamente significativa en los coincidentes que en los no coincidentes con su tratamiento preferido (82,2% frente a 67,8%, respectivamente). Sin embargo, la potencia de la preferencia del tratamiento no afectó de manera estadísticamente significativa las tasas de remisión. «Aunque la concordancia con la preferencia de los pacientes aumentó las probabilidades de terminar el tratamiento, no mejoró los resultados”, indicó la Dra. Mayberg.
En el segundo estudio se analizó la relación entre la conectividad funcional de la corteza cingulada subcallosa y las vías circundantes, y la respuesta diferencial de los pacientes a la psicoterapia cognitiva conductual y el tratamiento farmacológico, utilizando las imágenes de resonancia magnética funcional. Los investigadores analizaron los resultados de neuroimágenes de 122 pacientes extraídos del estudio PReDICT. Los pacientes habían concluido 12 semanas de tratamiento aleatorizado con psicoterapia cognitiva conductual o medicación antidepresiva. De estos, 58 alcanzaron la remisión (psicoterapia 17, medicación 41) y en 24 pacientes fracasó el tratamiento (psicoterapia 10, medicación 14). Cuarenta pacientes tuvieron resultados intermedios.
Los investigadores descubrieron que tanto la medicación como la psicoterapia cognitiva conductual se asociaron al grado de conectividad funcional en estado de reposo entre las regiones del cerebro que intervienen en la regulación afectiva, que incluye: la corteza cingulada subcallosa y el opérculo frontal izquierdo; la corteza prefrontal ventromedial izquierda (BA10); y el mesencéfalo dorsal. Las puntuaciones sumadas de la conectividad funcional de la corteza cingulada subcallosa se aplicaron a estas tres regiones. Los investigadores determinaron que las puntuaciones de conectividad negativa se relacionaron con la remisión en pacientes tratados con medicación y también con el fracaso del tratamiento mediante psicoterapia cognitiva conductual. Las puntuaciones de conectividad positivas se asociaron a una remisión en el tratamiento con psicoterapia cognitiva conductual, así como al fracaso del tratamiento con medicación. Este valor sumado, al aplicarse a todos los pacientes, proporcionó «medidas aceptables de validez interna (72%-78% para la remisión, 75%-89% para el fracaso del tratamiento), lo que superó el valor de cualquier medida clínica», señalan los autores.
«Analizamos los resultados y forzamos al cerebro para que nos diera información que podía identificar dos tipos, los que responden a psicoterapia cognitiva conductual y los que responden a medicación«, señaló la Dra. Mayberg. «Cuando un paciente presenta depresión, el tratamiento de primera línea suele ser un fármaco. Cuando el paciente regresa con respuesta inadecuada, probablemente se cambie el medicamento o se añada otro. Aunque es frecuente el fracaso del tratamiento con un fármaco y el éxito con otro, sigue siendo un método de ensayo y error», manifestó la autora. Sin embargo, «tal vez la ineficacia de un fármaco no implica que el paciente deba iniciar otro. Tal vez el paciente debería intentar la psicoterapia cognitiva conductual antes de decidirse por otro».
El estudio señala que las medidas de la corteza cingulada subcallosa se pueden utilizar para pronosticar la probabilidad de la respuesta a una u otra. Aunque no todas las personas que están deprimidas necesitarán un estudio de resonancia del cerebro, realmente se puede pensar que, en situaciones de toma de decisiones clínicamente difíciles, contar con un biomarcador objetivo podría ser muy útil.