En psiquiatría, el varón tiene mayor tendencia que la mujer a padecer determinadas patologías, como la esquizofrenia, los trastornos de conducta con agresividad, algunos trastornos de personalidad y adicciones diversas… pero, sobre todo, en el género masculino son frecuentes las depresiones agravadas por el consumo de tóxicos, que en numerosas ocasiones acaban en suicidio. Un punto que choca con las tasas de enfermos de depresión existentes en nuestro país. «Según los datos de la Encuesta Europea de Salud en España de 2014, más del 15% de la población presenta sintomatología depresiva de distinta gravedad. Ésta es prácticamente el doble de frecuente en mujeres (20,36%) que en hombres (10,63%) en todos sus grados de severidad», asegura Elena Sanz, jefa del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid.
También son más numerosas las tentativas de suicidio en las mujeres que en los hombres. «Sin embargo, las tasas de suicidio consumado entre el varón y la mujer son de tres a uno. La depresión es la gran puerta de entrada, y si se adereza con el consumo de tóxicos el riesgo se eleva», afirma Miquel Roca, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (Fepsm). Éste añade que el especialista debe ser más cuidadoso si el paciente es un varón anciano. «En estos casos el riesgo de suicidio es aún mayor». Para Jerónimo Sáiz, el alcoholismo es una complicación frecuente porque para el paciente los efectos de esta sustancia dan solución al malestar que la depresión provoca. «Sin embargo, de esta manera se complica la evolución de la enfermedad y aumentan los riesgos de conducta suicida», advierte Sáiz. En este sentido, apunta que en casos de este tipo cada patología debe abordarse de forma independiente, «aunque dentro de un enfoque integral».
Elena Sanz comparte esta opinión y añade que a la hora de abordar estas patologías combinadas es importante que el paciente sea plenamente consciente de que tiene dos enfermedades reales y de que necesita ayuda. «En muchos casos se pide una solución rápida para continuar igual, con el mismo ritmo de trabajo, consumiendo alcohol, pero un poco menos. Es importante el tratamiento de todos los problemas de forma simultánea: si el paciente ha desarrollado una dependencia con efectos perjudiciales para su vida -a tóxicos, al juego, al sexo o al trabajo- hay que tratar la adicción, y además la sintomatología que se presente. Son dos problemas, no uno primario y otro secundario», expone.
Uno de los grandes problemas que se dan en el varón a la hora de detectar el problema de forma precoz es que el paciente es reacio a acudir a la consulta en primera instancia. «Es frecuente que la primera visita se realice después de un periodo largo de estrés, de dificultades personales, económicas…», enumera Sanz. Y, a veces, ni siquiera eso es suficiente. De hecho, en muchas ocasiones, la voz de alarma la dan sus familiares ante un cambio de hábitos. O, incluso, otros especialistas que le estén tratando en campos diferentes al psiquiátrico: cardiólogos, traumatólogos… y, sobre todo, su médico de cabecera. «Habitualmente conocemos a nuestros pacientes porque tenemos un contacto más o menos diario con ellos y esos cambios de comportamiento son más fáciles de detectar», apunta Vicente Gasull, miembro de Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).
El también presidente de Semergen en la Comunidad Valenciana cree que no hay que perder de vista al paciente que, de repente, deja de ser cumplidor con sus tratamientos. «Nos está diciendo de forma indirecta que está abandonando su preocupación por la vida», advierte. En su opinión, los recursos para tratar la depresión no son suficientes. «Muchos casos acaban en suicidio, un gran problema en nuestro país. No mucha gente sabe que en España mueren más personas por suicidio que por accidente de tráfico, aunque se le da poca repercusión a los datos para evitar un fenómeno de mimetismo», afirma.