La ansiedad es una de las condiciones de salud mental más comunes que afecta a los adolescentes en la actualidad, sobre todo entre las chicas. Comprender las causas subyacentes de este fenómeno es crucial para abordarlo de manera efectiva.
Se considera como una respuesta adaptativa, cuya función es la de advertir y activar al organismo ante situaciones amenazantes, inciertas o peligrosas, y que aparece en momentos determinados y concretos.
El problema surge cuando esa ansiedad se manifiesta de una manera continuada en el tiempo, cuando surge ante situaciones que no son realmente amenazantes (desproporción entre la respuesta y el carácter amenazante de la situación) o cuando aparece de forma muy intensa.
En los últimos años, la ansiedad se ha convertido en una patología cada vez más común entre los adolescentes. Esta tendencia queda reflejada en el informe “El Estado Mundial de la Infancia 2021″, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde se estima que más del 13% de los adolescentes de entre 10 y 19 años padecen trastornos mentales, representando la ansiedad y la depresión el 40% de estas alteraciones. Según algunos estudios, existe una mayor prevalencia de los trastornos del afecto y de ansiedad en las mujeres.
Los adolescentes experimentan cambios hormonales y neurobiológicos significativos durante esta etapa de desarrollo, lo que puede predisponerlos a la ansiedad. La investigación ha demostrado que los niveles de hormonas del estrés, como el cortisol, pueden aumentar en los adolescentes, lo que puede contribuir al desarrollo de la ansiedad.
Además de los factores genéticos, biológicos y los sucesos de la vida, este aumento puede atribuirse a una combinación de factores.
Existen estudios que demuestran un aumento de la ansiedad en adolescentes en los últimos años, relacionándolo con un incremento de la carga académica y un nivel de exigencia social cada vez más elevado. Los jóvenes de hoy sienten tener altas expectativas y presión por alcanzar el éxito de otras formas que las generaciones previas no tenían.
Los niños y los adolescentes de hoy están conectados constantemente a las redes sociales. Es difícil para ellos no comparar su vida y sus conexiones sociales con lo que ven a otros publicar en las redes sociales, sienten la necesidad de destacar y ser aceptados por su entorno. Algunas investigaciones establecen una asociación existente entre en tiempo de uso de las redes sociales de internet y el trastorno de ansiedad en adolescentes.
Por otro lado, los jóvenes sienten inseguridad ante el futuro, un mundo que parece atemorizante y amenazador, sobre todo tras haber sufrido los efectos de la pandemia de Covid-19. Estudios, como el titulado “Ansiedad, covid-19 y jóvenes: efectos psicológicos de la pandemia“, afirman que el 70% de los adolescentes objeto de estudio notan mayor aceleración cardiaca ante situaciones que no están bajo su control y un 45,4% siente bastante preocupación acerca de su futuro.
La ansiedad crónica puede ocasionar problemas graves de salud mental, depresión, abuso de sustancias e incluso suicidio. Por ello, se debería aumentar la información sobre lo que supone la salud mental y emocional entre los niños y jóvenes, padres, familias e incluso entre los profesionales del ámbito educativo y ámbito sanitario.
También sería necesario la implementación de protocolos de detección temprana que permitan que los menores de edad puedan ser identificados tempranamente y beneficiarse de un tratamiento adecuado.