La ansiedad podemos entenderla como una emoción que nos permite estar alerta, receptivos al ambiente que nos rodea y nos aporta un nivel óptimo de motivación. Siempre que nos encontremos ante un peligro objetivo, un incremento de ansiedad nos proporciona una mejor capacidad de afrontar la situación y de esta manera conseguimos una mejor adaptación al medio. Sin embargo en un alto porcentaje de personas esta ansiedad se genera en niveles excesivos, se alarga en el tiempo y no existe un peligro real objetivo.
Es en este momento es cuando la ansiedad tiene la posibilidad de convertirse en un trastorno creándose un ambiente de malestar, sufrimiento e incluso puede llegar a ser incapacitante para la persona que lo sufre. Si no se ejerce un control por parte de la persona que lo sufre se puede producir un trastorno con presencia de síntomas de ansiedad irracionales y excesivamente intensos, persistentes y perturbadores. El trastorno de ansiedad más común es el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) que se trata más bien de una ansiedad de origen subjetivo y de cómo cada persona interpreta las diferentes situaciones en su vida diaria. Este trastorno se ha identificado con un rasgo de ansiedad excesivo, aprensión ansiosa, estrés psicosocial y preocupación patológica. Esto hace que en este tipo de trastorno podamos hablar de un exceso de preocupación irracional por los acontecimientos que puedan ocurrir en el futuro que atormentan a la persona aunque a veces tienen poca o ninguna probabilidad de ocurrir.
La proximidad de exámenes provoca que muchos estudiantes sufran estos estados de ansiedad, estrés, además de problemas para conciliar el sueño e incluso depresión si se dejan sin atajar los problemas que van surgiendo. Organizarse el tiempo, preguntar dudas, tratar de descargar la tensión con actividades sociales y amigos son algunas de las pautas que se recomiendan seguir para que el estrés propio de los días previo a la época de exámenes no desemboque en problemas más graves.
La ansiedad ante los exámenes consiste en una serie de reacciones físicas, emocionales, cognitivas y conductuales que pueden afectar negativamente al rendimiento en los exámenes. Esta ansiedad puede ser anticipatoria, si el sentimiento de malestar se produce a la hora de estudiar o al pensar en qué pasará en el examen; o situacional, si ésta acontece durante el propio examen. Para hacerle frente hay que identificar qué ocurre y después a la hora de estudiar planificar el tiempo, revisar el material o establecer metas de estudio objetivas. En caso de que estas situaciones se agraven, ya sea una u otra, lo recomendable es ir al especialista. Si se obtienen malos resultados siempre habrá una nueva convocatoria en septiembre para volver a examinarse.