La mujer es el colectivo al que más afectan los ataques de ansiedad y con más frecuencia. De hecho, la mitad de las mujeres han experimentado alguna vez ataques de pánico o ansiedad. Aproximadamente un 4% de la población mundial sufre de ataques de ansiedad de forma continuada lo que se convierte en un serio problema para la salud física y emocional. Los factores para padecer una crisis de ansiedad o de pánico son múltiples. Hay una parte de predisposición genética, un entorno socio ambiental que lo favorece y un suceso estresante o desencadenante. El objetivo es evitar que se repita y se instale como un patrón, haciendo que su vida quede condicionada.
Y es que situaciones tan comunes y cotidianas que puedan generar estrés como una mudanza, un parto, una enfermedad, problemas laborales, separaciones o divorcios, entre otros, resultan en algunos casos los desencadenantes de ataques de pánico o ansiedad. Cuando se han repetido varias crisis, el trastorno se instala y se producen ciertas limitaciones en la vida de la persona afectada ya que renuncia a realizar determinadas actividades por temor a padecer una crisis o si las lleva a cabo es siempre con compañía por si necesita apoyo en ese momento. Actualmente la probabilidad de que una mujer sufra ataques de pánico o ansiedad es un 30% mayor que hace 20 años. Los motivos por los se han incrementado obedecen a distintas razones. La incorporación de forma exponencial al mercado laboral, la difícil conciliación de la vida personal y familiar con el trabajo y el estrés que provoca la escasez de tiempo en el actual día a día, son algunas de ellas.
Los síntomas que alertan de una crisis de pánico son muy variados como palpitaciones, sudoración, tensión muscular, sensación de ahogo, opresión en el pecho, náuseas, miedo extremo… incluso se dan sensaciones de vivir situaciones irreales dentro del mismo ataque de pánico.Aunque el desencadenante puede ser un suceso traumático o un episodio tenso y de mucho nivel de estrés, en ocasiones estos síntomas pueden manifestarse en momentos de aparente tranquilidad como en un paseo, viendo la televisión o conduciendo. Comienza con las palpitaciones y se suceden posteriormente otros síntomas como la falta de aire al respirar, mareos, una parálisis general producida por el miedo al no comprender lo que está ocurriendo y la sensación de encontrarse en peligro. Entre síntomas físicos y psicológicos pueden presentarse hasta diez distintos durante todo el proceso que dura el ataque de pánico o ansiedad. Este tipo de trastornos en algunos casos llevan aparejados cambios conductuales que provocan la restricción de actividades fuera de casa, evolucionando hasta anular áreas de la vida personal, laboral, física, emocional y social de la persona por el temor a que se reproduzcan episodios similares en estos ámbitos.