Los pacientes pediátricos tratados por trastornos de ansiedad con psicoterapia, antidepresivos, o una combinación de los dos, no muestran diferencias significativas en los resultados, o remisión, a los 5 años de seguimiento. Por otra parte, la mayoría de los pacientes experimenta recaídas y ansiedad crónica, de acuerdo a un análisis de datos a largo plazo. «Estos datos nos enseñan que debemos evaluar periódicamente a nuestros pacientes ante la posibilidad de recaída, ya que el segmento más grande recae, y necesitamos un mejor mecanismo para identificarlos antes de que esto suceda», aseguró la Dra. Golda Ginsburg, de la University of Connecticut School of Medicine de Estados Unidos en el congreso de Anxiety and Depression Association of America (ADAA).
Los hallazgos provienen del CAMELS (Estudio Multimodal Extendido a largo plazo de Ansiedad en Niños/Adolescentes), que evaluó una amplia gama de resultados clínicos y funcionales de 319 jóvenes que se inscribieron previamente en el estudio CAMS (Estudio Multimodal de Ansiedad en Niños/Adolescentes), y que fueron tratados por ansiedad. En el CAMS, 488 pacientes con edades de 7 a 17 años fueron asignados aleatoriamente para recibir uno de cuatro tratamientos: terapia cognitivo conductual (TCC) (n = 139); antidepresivo (n = 133); una combinación del antidepresivo y terapia cognitivo conductual (n = 140), o placebo (n = 76).
Los resultados del estudio mostraron que la respuesta más fuerte, evaluada en la Escala de Impresión Clínica Global (CGI-I) inmediatamente después del tratamiento, y en 36 semanas de seguimiento, estaba en el grupo de terapia de combinación (80,7%). Se observaron respuestas menores en los grupos de terapia cognitivo conductual y sertralina -el antidepresivo elegido- (59,7% y 54,9%, respectivamente). Las respuestas en todos los grupos que recibieron tratamiento activo fueron superiores a las de pacientes que recibieron placebo (23,7). En seguimiento en CAMELS, con la participación de 65% de los pacientes de CAMS, la edad media de estos fue de 17 años, 44% del género masculino, y el tiempo medio desde que participaron en el estudio CAMS fue de 6 años.
Las evaluaciones de seguimiento realizadas durante 5 años mostraron que, en general, aproximadamente 50% de los pacientes estaba en remisión. Los pacientes que respondieron tuvieron más probabilidades de permanecer en remisión, en comparación con aquellos que no respondieron a los 3 primeros años. No hubo diferencias entre los grupos en el año 4. «Lo que esto nos indica es que los pacientes que respondieron al tratamiento tenían más probabilidades de encontrarse libres de ansiedad varios años más tarde«, expresó la Dra. Ginsburg. Un análisis adicional de los resultados, de acuerdo con el tipo de tratamiento que recibieron los pacientes, mostró que, aun cuando los pacientes en el grupo de terapia de combinación tenían más probabilidades de lograr la remisión, los resultados se nivelan en los años siguientes, sin diferencias según el tipo de tratamiento para los 4 años restantes.
Solo el 21,4% se encontraba consistentemente en remisión, definida como no tener diagnósticos de ansiedad (de acuerdo con los criterios del DSM-IV) en el seguimiento, mientras 29,9% experimentaba ansiedad crónica, definida como el cumplimiento de los criterios de diagnóstico a lo largo del periodo de seguimiento. Casi la mitad (48,7%) se clasificó como recaída, definida como la fluctuación entre el cumplimiento y no cumplimiento de los criterios de diagnóstico para la ansiedad durante el periodo de seguimiento. No hubo diferencias estadísticamente significativas en el tipo de tratamiento para las tres categorías de pacientes, los que recayeron, aquellos en remisión, o los que tienen ansiedad crónica.
Los pacientes que no responden al tratamiento fueron aproximadamente dos veces más propensos a padecer ansiedad crónica en el seguimiento, en comparación con aquellos que respondieron al tratamiento. La evaluación de posibles predictores de los resultados mostró que aquellos que alcanzaron la remisión, en comparación con aquellos con ansiedad crónica, tenían más probabilidades de ser varones, más jóvenes, y con un mayor funcionamiento al inicio, menor gravedad de la ansiedad basal, mejor funcionamiento de la familia, y menos eventos negativos en la vida. Los predictores fueron estadísticamente significativos en todos los casos solo en comparación con aquellos con ansiedad crónica, no con los que recayeron.
Una revisión independiente de los resultados funcionales mostró una asociación entre la respuesta al tratamiento en el estudio, con un mejor funcionamiento global, disminución de deterioro, y mejor satisfacción de vida en el seguimiento. Ese análisis fue el único que mostró un efecto de tratamiento específico, así como un mayor efecto de la terapia cognitivo conductual ante el placebo, con respecto a la calidad de vida. Los beneficios se mantuvieron en el tiempo. «La identificación de estas variables puede ayudar a comprender y hacer mejores predicciones sobre qué pacientes van a necesitar una intervención adicional», señaló la Dra. Ginsburg. En general, los resultados exponen una situación tanto alentadora como desalentadora. La investigadora añadió que «al analizar los datos surge la duda en cuanto a saber si estos son o no son buenos resultados».
«Con tasas de remisión de 50% a través de cada año (en el estudio CAMELS), se podría decir que esto es grandioso, porque empezamos con 100%, por lo que, si podemos reducir en 50% el número de jóvenes que presenten un trastorno de ansiedad en 6 años, eso es de gran importancia«, manifestó la Dra. Ginsburg. «Y el hallazgo de que ninguno de los tratamientos se destacó por tener mayores efectos a largo plazo es realmente alentador, porque no todos los tratamientos pueden estar disponibles en todos los sitios». «Por otro lado, un enorme porcentaje (30%) está todavía enfermo de manera crónica, y el más alto porcentaje de los pacientes incluye aquellos con recaída, que todavía necesitan ayuda», agregó la autora.
Sin embargo los datos muestran que solo un pequeño porcentaje de los pacientes mantiene mejora en el largo plazo, a pesar de ser atendidos con los mejores tratamientos disponibles entregados por expertos en el campo. «Los resultados sugieren que la mayoría de los pacientes pediátricos continúa luchando con la ansiedad», aseguran los expertos.