Si la pasada semana se publicaba un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Granada (UGR) que señalaba que las variables psicológicas han contribuido a empeorar la ansiedad y depresión en las mujeres embarazadas desde que comenzó la pandemia de la Covid-19, esta semana un nuevo estudio de la Vall d’Hebron y su instituto de investigación (VHIR) ha confirmado esos datos. Durante el confinamiento por la pandemia han demostrado que este impacto psicológico negativo de la población general fue mucho más notable entre las embarazadas, especialmente en el caso de las gestantes sin apoyo social adecuado.
En el estudio, publicado en el Acta Obstetricia et Gynecologica Scandinavica, participaron 204 mujeres embarazadas durante sus visitas al centro hospitalario entre el 27 de marzo y el 4 de mayo de 2020, es decir, durante el confinamiento en la primera ola de la pandemia. Las mujeres respondieron unos cuestionarios que permitieron a los investigadores medir sus niveles de depresión y ansiedad y su apoyo social (interacciones sociales, así como apoyo emocional o afectivo). En concreto, encontraron que un 38 % de las embarazadas tenía síntomas de depresión y un 59 % de ansiedad. Otros estudios llevados a cabo durante el confinamiento han demostrado que, en la población general, estas cifras son del 18,7 y del 21,6 %, respectivamente.
“El impacto emocional negativo durante el confinamiento está muy agravado en el caso de las embarazadas. Y este aumento puede traducirse en un mayor riesgo de depresión posparto, que se asocia a una mala nutrición y salud en la descendencia, y puede interferir en la lactancia materna, el vínculo materno-infantil, el cuidado del bebé y de otros niños y la relación con su pareja”, explica Maia Brik, una de las autoras, que en la actualidad está realizando un estudio nacional con el objetivo de conocer la prevalencia de dicha depresión durante la pandemia. El trabajo profundizó en la situación de estas mujeres para encontrar factores que aumentaran el riesgo de sufrir estos trastornos. “Conocer estas causas nos ayuda a tenerlos en cuenta en el futuro y desarrollar estrategias para mejorar la salud de las pacientes más precozmente”, añade Brik, especialista del Servicio de Obstetricia e investigadora del VHIR.
Los expertos comprobaron que estos síntomas eran más frecuentes durante el primer y el segundo trimestre del embarazo, y no tanto durante el tercer trimestre. “Probablemente esto se relacione con que, en estas primeras etapas de la gestación, hay más riesgo de perder el feto”, razona Brik. Por otro lado, el estudio también muestra que no recibir apoyo social durante el embarazo se relaciona con el desarrollo de ansiedad y depresión en situación de pandemia. “En las mujeres embarazadas con poco apoyo social este efecto fue aún mayor, por lo que se deberían considerar futuras estrategias sociales como mejorar los recursos de maternidad, ayuda para el cuidado del bebé o aumentar el permiso de maternidad”, afirma la investigadora. “Durante el embarazo es importante identificar el grupo vulnerable para proporcionar medidas de apoyo social”.
Igual opina Miguel Sandonis, psiquiatra adjunto del Programa de Salud Mental Perinatal del Vall d’Hebron: “Sería importante la implementación de programas que ofreciesen apoyo social adicional durante el embarazo para reducir la ansiedad y la depresión, especialmente en una situación excepcional como la que estamos viviendo con la pandemia. Esto también ayudaría a disminuir el estrés y los riesgos de complicaciones o de un parto prematuro”.
Finalmente, el estudio analizó el efecto del índice de masa corporal de las mujeres en el desarrollo de depresión o ansiedad. Como apuntan los estudios previos en este sentido, el aumento del índice de masa corporal se asociaba a un mayor riesgo de presentar síntomas de depresión.