Cada vez más investigaciones están relacionando los trastornos del sueño, el deterioro de la memoria y la enfermedad de alzhéimer. Un trabajo publicado en “Nature Neuroscience” añade una nueva evidencia y concluye que un déficit del sueño profundo, el considerado como reparador y fundamental para la consolidación de la memoria, podría ser la vía por la que la proteína beta-amiloide deteriora la memoria a largo plazo en el proceso de envejecimiento y en los enfermos de alzhéimer.
Cuanta más proteína amiloide se acumula, menor profundidad tiene el sueño y más se deteriora la memoria. Y por otro lado, la disminución del sueño profundo de ondas lentas impide que se elimine la proteína amiloide, explican los investigadores. “Nuestros datos sugieren que hay una relación causal entre esos procesos. Y si mejoramos el sueño, quizás podríamos romper ese círculo vicioso”, destacan. El sueño, además de ser fundamental para la consolidación de la memoria, ayuda también a eliminar las proteínas tóxicas que se acumulan en el cerebro. Y la acumulación de beta amiloide se ha detectado tanto en pacientes de alzhéimer como en personas que tienen problemas para dormir bien.
La acumulación de la proteína beta-amiloide en la corteza del cerebro y la proteína tau en regiones subcorticales, como el hipocampo, son la marca característica de la enfermedad de Alzheimer. La proteína tau destruye las conexiones entre las neuronas del hipocampo, una región fundamental para la memoria a corto plazo, pero el papel de la beta amiloide en este tipo de memoria no está claro aún. Aunque esta proteína no se acumula directamente en el hipocampo, sí parece tener un papel perjudicial en la consolidación de la memoria, a través de una red neuronal que une el hipocampo con la corteza prefrontal y permite de los recuerdos queden fijados en el cerebro.
En esta investigación, se ha mirado en qué medida la proteína amiloide que se acumula en la corteza prefrontal medial deteriora el sueño profundo de ondas lentas, necesario para la consolidación de la memoria. En un trabajo previo, estos investigadores habían comprobado que este sueño no REM de ondas lentas es fundamental para transferir los recuerdos desde el hipocampo, que almacena la información durante un tiempo, hasta la corteza prefrontal, donde se guardan de forma duradera. Y precisamente el deterioro de esta región con la edad se ha asociado con una mala calidad del sueño.
“No sabemos cuál de esos dos factores -la mala calidad del sueño o la acumulación de amiloide- es el que inicia ese ciclo pernicioso”, admiten los investigadores. Y eso es precisamente lo que se proponen averiguar en los próximos cinco años, en los que pretenden seguir a un nuevo grupo de personas. “Esta es una nueva ruta que une la pérdida de memoria con la enfermedad de alzhéimer. Y es especialmente importante porque podemos intervenir el ella. El sueño podría ser una nueva diana terapéutica para luchar contra la pérdida de memoria asociada a la edad o incluso contra la demencia”, señalan los investigadores, entre los que se encuentran Bryce Mander y William Jagust, reconocidos expertos en alzhéimer.
El sueño puede mejorarse a través del ejercicio, intervenciones psicológicas o incluso con estimulación eléctrica que amplifica las ondas cerebrales durante el sueño.
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