Nuevas investigaciones sugieren que las placas de proteína beta amiloide, que se asocian desde hace mucho tiempo con la enfermedad de Alzheimer, también podrían ralentizar el flujo sanguíneo en el cerebro y dañarlo de varias formas, según un equipo de la Universidad de Alabama, en Birmingham. «Cada vez nos damos más cuenta de que la interrupción en el flujo sanguíneo en el cerebro puede aumentar el riesgo de enfermedad de Alzheimer», comentó el investigador autor del estudio, el Dr. Erik Roberson, profesor asociado de neurología.
Ya se conocía que las placas de proteína conocidas como «beta amiloide vascular» pueden acumularse alrededor de los vasos sanguíneos, igual que sucede en el tejido cerebral pero hasta el momento no se comprendía del todo sus efectos. Ahora, gracias a las imágenes de alta tecnología se puede visualizar cómo afecta a la función de esos vasos. Como explicó Roberson, las neuronas necesitan glucosa adicional que proporciona el torrente sanguíneo, como energía siempre que hay un aumento en la actividad cerebral. Las neuronas «piden» más glucosa a través de otro tipo de célula, conocida como astrocitos. Los astrocitos tienen unas minúsculas proyecciones llamadas podocitos que se unen a los vasos sanguíneos e indican al vaso sanguíneo que se expanda cuando se necesita más sangre.
El equipo de Roberson se preguntó si una acumulación de placa amiloide alrededor de los vasos podría «desplazar» a los podocitos, de forma que los mensajes neurales pidiendo más flujo sanguíneo no pudieran transmitirse. Usando escáneres de alta tecnología, los investigadores «pudieron determinar que sí; la amiloide vascular sí desplazaba a los podocitos de los astrocitos e interfería con la regulación normal de los vasos sanguíneos», señaló Roberson. «En los lugares donde no había amiloide vascular, observamos una respuesta robusta en los vasos, pero en los vasos sanguíneos rodeados de placa, observamos una respuesta muy disminuida», dijo Kimbrough, asistente de investigación de postgrado en neurobiología.
Roberson y Kimbrough explicaron que a medida que la acumulación de placa empeora, la amiloide vascular rodea a los vasos sanguíneos. Entonces se forman vínculos entre los vasos, creando un «exoesqueleto» rígido que impide la capacidad de los vasos de dilatarse o contraerse. «El vaso debe poder expandirse y contraerse, dilatarse y constreñirse, para poder regular el flujo sanguíneo», dijo Roberson. «Si se han vuelto rígidos como una tubería, en lugar de tener una pared flexible que pueda moverse, no pueden hacer su trabajo de regular del flujo sanguíneo en el cerebro de forma adecuada».