La adicción a las redes sociales y los videojuegos, especialmente entre los niños y adolescentes, están en pleno auge. El pasado 11 de febrero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó por primera vez la adicción a los videojuegos en su Clasificación Internacional de Enfermedades, en el apartado de desórdenes mentales.
Este trastorno se manifiesta en aspectos como el aislamiento social, la falta de control sobre el juego o el aumento de la prioridad del videojuego sobre el resto de las actividades vitales. Pero no solo los videojuegos ponen en alerta a la OMS, el uso excesivo de las redes sociales también preocupa y lo considera un problema real de sanidad pública.
Según el informe ‘Impacto de la Tecnología en la Adolescencia. Relaciones, Riesgos y Oportunidades’, llevado a cabo por UNICEF, 1 de 3 tres adolescentes de nuestro país hace un uso problemático de Internet y las redes sociales, y uno de cada cinco podría estar enganchado a los videojuegos.
Un 31,6% reconoce que invierte más de 5 horas diarias navegando en Internet o haciendo uso de las redes sociales, porcentaje que aumenta hasta el 49,6% durante el fin de semana. En lo que se refiere a los videojuegos, la mayoría dedica entre 7 y 8 horas a la semana, pero un 4,4% supera las 30 horas semanales.
Así, según el informe de UNICEF, uno de cada siete adolescentes de entre 10 y 19 años tiene un problema de salud mental diagnosticado. Eso significa 166 millones de niños y jóvenes en todo el mundo, casi la mitad de los cuales por trastornos como la depresión y la ansiedad.
Muchos padres se preguntan cómo es posible determinar si sus hijos adolescentes están bajo una adicción digital. Algunos de los síntomas que pueden mostrar son los siguientes:
Es común que entren en una fase de aislamiento social, en la que dejan relacionarse con sus iguales o que disminuya su interés por actividades que antes les eran placenteras y dejan de serlo. Se pueden producir situaciones de conflicto o de violencia en el entorno familiar. Incluso, llegar a las autolesiones o intentos de suicidio.
Desde el ámbito familiar, es necesario que, desde pequeños, se supervise el uso de la tecnología y se establezcan límites y tareas progresivamente, para que sean acordes a su edad. Es importante tener presente que no sirve de nada hablarles a los hijos adolescentes de las adicciones digitales, si los mismos padres son adictos a ella.
Por otro lado, está el abordaje psicoterapéutico para el tratamiento de este tipo de adicciones. En primer lugar, restringiendo el uso de videojuegos o redes sociales todo lo posible, es decir, desintoxicar al adolescente.
En segundo lugar, hacer que el paciente tome consciencia de su dependencia y comenzar a reintroducir, o introducir en caso de que no las hubiera antes, actividades al margen de la tecnología, que les permitan socializar con sus iguales de manera saludable. Recuperar rutinas perdidas tanto de sueño como de alimentación, e incorporar hábitos como realizar ejercicio, tan importante en la adolescencia.
Es nuestro deber como sociedad preparar a las generaciones presentes y futuras para reforzar actitudes beneficiosas para la salud mental y que no encuentren en el teléfono móvil un refugio donde evadirse de sus problemas.
Lo mejor en el caso de que esté experimentando algún trastorno de este tipo siempre será buscar la ayuda de un profesional especializado.