Fumar porros es más sano que fumar tabaco, la timidez se vence con el alcohol, dejar de fumar genera ansiedad, la adicción es un vicio… Este tipo de frases forman parte de los principales prejuicios y esquemas mentales que muchos de nosotros hemos tenido alguna vez acerca de las enfermedades mentales y las adicciones. Pero, “¿Y tú te lo crees?”. Bajo este eslogan nace una campaña de concienciación social que pretende, a través de la difusión de las 10 principales controversias sobre adicciones y enfermedades mentales, buscar eliminar esos prejuicios que lejos de ayudar a los afectados, les marginan socialmente.
Se trata de una iniciativa que busca aclarar los mitos y prejuicios en torno a la patología dual (denominación que designa la existencia de un trastorno adictivo y otro trastorno mental), cuya prevalencia en España es superior al 50% entre los pacientes que acuden a centros de salud mental y/o adicciones). Este proyecto quiere involucrar a todos, a través de la difusión de 10 videos con las controversias sobre las adicciones y los trastornos mentales, a las que han dado respuesta posteriormente los profesionales sanitarios y los propios afectados: familiares y pacientes con patología dua
Es adicto quien quiere. Las personas no se vuelven adictas porque quieran, sino porque tienen mayor vulnerabilidad genética a serlo, según el presidente de la Fundación Patología Dual, Néstor Szerman. «No se elige serlo ni tener una enfermedad mental. Es necesario formar e informar a la sociedad, así como mejorar el diagnóstico de algunas enfermedades mentales con el fin de dectectar a tiempo la patología dual, cuya prevalencia en España es superior al 50% entre las personas que acuden a centros de salud mental y/o adicciones», añadió ayer Szerman al presentar la campaña «¿Y tú te lo crees?» a la que, junto a varias asociaciones y rostros famosos, ha contribuido el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Según la campaña, «las personas vulnerables a desarrollar una adicción suelen presentar dificultades intra y/o interpersonales, y una conformación cerebral susceptible a ello». Dentro de este grupo de riesgo hay que destacar a los adolescentes, cuyo desarrollo cerebral aún no es maduro, por lo que los efectos de las sustancias que consuman tendrán serias implicaciones en su desarrollo futuro.
Se vence la timidez. El alcohol produce tranquilidad, euforia y mejora las relaciones interpersonales, porque potencia el sistema opioide endóngeno del cerebro, pero este sistema no es igual en todos y a menos endorfinas, menos habilidades sociales, como timidez. Si la persona comprueba cómo el alcohol le aporta mejoría, acentúa las opciones de desarrollar una adicción.
El porro es natural. Ni es más sano que fumar tabaco, ni es más natural. Los responsables de la campaña dicen que esta idea es un tópico que no se sustenta con evidencias científicas. Ni una ni otra opción son saludables.
La adicción es un vicio.Las adicciones no son un vicio. Una persona dependiente de las drogas tiene una enfermedad real, con base en el cerebro pero con una expresión a nivel de conducta. Su consumo no se debe ni al vicio ni al placer, ni a la falta de voluntad. La adicción acaba produciéndose en el 10% de las personas que consumen sustancias legales o ilegales, ya que tienen una vulnerabilidad cerebral que se manifiesta en determinados síntomas como la ansiedad, la depresión y la hiperactividad.
Dejar de fumar genera ansiedad.El tabaco vehiculiza la nicotina, que actúa en el cerebro sobre los receptores de nicotina, produciendo distintos efectos. En algunas personas mejora la cognición, la hostilidad, la rabia, etc. En estos casos, existe una vulnerabilidad que lleva al consumo continuado de tabaco, derivando en una adicción, por lo que necesitarán un tratamiento que permita superar los síntomas sufridos antes de tener la adicción, así como los de la propia adicción al tabaco.
El TDAH no existe. El Trastorno por Déficit de Atención a Hiperactividad (TDAH) sí existe. Se trata de una afección clínica que afecta a una parte de la población independientemente de la edad. Se define como una alteración neurobiológica del cerebro que al ser detectada puede conllevar depresión, adicción a sustencias como cannabis y también al juego patológico. En el caso de los menores, muchas veces, lleva a la falta de autoestima, al fracaso escolar, a conductas impulsivas y de alto riesgo, accidentes por distracción, etcétera. Si se abordan correctamente, estos riesgos disminuyen de forma muy clara.
El que tiene una adicción es peligroso. No lo es necesariamente, reprueban los responsables de la campaña. Los rasgos de personalidad antisocial, psicopáticos o algunos síntomas agudos de trastornos mentales son los condicionantes que pueden poner en marcha conductas agresivas. Es cierto que algunas veces, bajo los efectos de las sustancias, se distorsiona la realidad, lo que puede desencadenar en conductas peligrosas. Aun así, el peligro de las adicciones está sobre todo en las personas que las sufren y no para los demás.
Si estás mucho con el móvil eres un adicto.En la organización de la campaña se conforman con señalar que este extremo no está demostrado. Es cierto que personas que presentan determinados riesgos patológicos de personalidad que dificultan su funcionamiento emocional y sus relaciones sociales, sí pueden desarrollar una conducta que se parezca a una adicción, dependencia y pérdida de libertad debida al uso de este dispositivo. Un tratamiento adecuado para estos pacientes consigue que vivan sin esta dependencia al teléfono móvil.
La adicción al juego no es una enfermedad mental. Lo es. Así lo ha reconocido la comunidad científica, definiéndola como una adicción. Esta alteración cerebral que cursa en general con impulsividad puede ser incluso adquirida en personas que antes no eran jugadores. Y dependiendo de su gravedad, las consecuencias para los enfermos son devastadoras y muy complicadas a la hora de abordar sin ayuda profesional.
Las personas con enfermedad mental son todas adictas al tabaco. Las personas que sufren enfermedades mentales y/o alteraciones cerebrales, como la rabia, la hostilidad, depresión, ansiedad… son más propensas a fumar tabaco en mayor cantidad, con más frecuencia y también a inhalar con mayor profundidad. El sistema nervioso central tiene un sistema nicotínico endógeno que en estas personas está alterado y, por eso, se incrementan las posibilidades de fumar de forma adictiva. En estos casos, la fuerza de voluntad para dejar de fumar no es suficiente, necesitan ayuda profesional tanto para su trastorno mental como para su adicción al tabaco.