Below view of woman encouraging a man to share his issues with a group during therapy meeting.
Tal y como se puede leer en la web del Hospital Clínic de Barcelona, las adicciones son un trastorno mental crónico y recidivante, es decir, que alternan periodos de consumo más descontrolado con períodos de abstinencia en los que se abandona el consumo.
Este tipo de trastornos generan cambios en los circuitos del cerebro que provoca la impulsividad en la persona, a pesar de las consecuencias negativas físicas, psicológicas y sociales que conlleva. Normalmente se habla de adicción cuando este patrón se mantiene durante un tiempo prolongado, es decir, al menos 12 meses.
Hoy en día se sabe que en la aparición de una adicción influyen múltiples factores que interaccionan entre ellos: factores genéticos; factores ambientales y sociales (las circunstancias que rodean a la persona tienen una gran importancia en el desarrollo de las adicciones); personalidad (rasgos como la impulsividad o la tendencia a buscar nuevas sensaciones se consideran factores de riesgo); o la presencia de una enfermedad mental.
Al igual que otras enfermedades crónicas, la adicción presenta a menudo recaídas y debe ser tratada por profesionales. Entre los factores de riesgo que pueden hacer que una persona recaiga en sus adicciones podemos encontrar los siguientes:
La tasa de recaída es muy alta y se presenta frecuentemente durante el primer año. Se considera como parte del proceso de las adicciones y no por ello significa que el proceso terapéutico haya fracasado. Aunque muchos autores incluyen la recaída dentro del proceso de recuperación, nunca debe considerarse como una justificación.
La adicción es una enfermedad que afecta la neurotransmisión y las interacciones dentro de los circuitos de recompensa del cerebro, que se caracteriza por una incapacidad para mantener la abstinencia, la pérdida de control de los impulsos, un deseo intenso de consumo de sustancias y la dificultad para reconocer las consecuencias derivadas de dicho consumo.
Las sustancias y ciertos estímulos conductuales producen en muchas personas una potente activación de la dopamina, un neurotransmisor que nos produce placer. Tras la recompensa, el sistema dopaminérgico, el encargado de transmitir dopamina de una región del cerebro a otra, induce al individuo a buscar más y más esas sensaciones placenteras de forma ilimitada.
Según el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, cada vez que el circuito de recompensa se activa a raíz de una experiencia sana y placentera, una ráfaga de dopamina envía la señal al cerebro de que está sucediendo algo importante y es necesario recordarlo. De la misma manera en que las drogas producen una euforia intensa, también producen oleadas de dopamina mucho más grandes, lo que refuerza poderosamente la conexión entre el consumo de la droga y el placer resultante. Las grandes oleadas de dopamina le “enseñan” al cerebro a buscar drogas y a dejar de lado otras actividades y fines más sanos.
De ahí el hecho de que personas que llevan años sin consumir drogas pueden experimentar deseos intensos de hacerlo cuando vuelven a un vecindario o a una casa donde han consumido en el pasado. Al igual que andar en bicicleta, el cerebro recuerda.
La adicción puede afectar numerosos aspectos de la vida de una persona, por lo que será conveniente contar con la ayuda de los profesionales sanitarios. La desintoxicación conlleva normalmente una combinación de tratamientos farmacológicos y psicológicos.